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lunes, 31 de octubre de 2011

Rosas negras...


Rosas negras… Afiladas espinas…

Suaves rubíes acuosos se resbalan

sobre semillas vanas cultivadas

y tierras infértiles que no germinan

Sombras deformes, infames desfilan

por las paredes viscosas, desgarradas.

Gotas de ausencias desperdigadas

dibujan decepciones en la neblina.

Garras tensas, prolijas culminan

la obra de arte desmarañada

de palabras hipócritas pronunciadas,

estacas que van perforando estigmas.

Rosas negras… Afiladas espinas...

 Glaciar, nieve, granizo, helada,

emigra rauda el aura desolada,

y  huye cegada hacia la luz mortecina.

jueves, 27 de octubre de 2011

Convocatoria: Este jueves un relato: "HALLOBLOGWEEN 2011"



Pesadilla

Sonó el despertador a las 6.30 como todas las mañanas.
Ana se despertó y entre dormida comenzó la rutina de siempre, el cepillado de dientes, el desayuno y el encendido casi por inercia del televisor para mirar la temperatura. Ultimamente los días solían ser impredecibles y le molestaba cargar con abrigo demás o pasar frío si no iba preparada.
Lo único que emitía el televisor esa mañana era una estática ruidosa que Ana asumió como un problema de conexión de su empresa de cable. Se propuso llamar para hacer el reclamo ni bien llegara a la oficina. Al final decidió ponerse ropa liviana y llevar un abrigo, por si refrescaba.
Salió a la calle, todavía no había amanecido y estaba desierta. Cosa rara porque a esa hora siempre se cruzaba con la gente que iba al trabajo o con los padres que llevaban a sus hijos al colegio. Reinaba un silencio inusual, no había autos ni nada que diera muestras de vida.
Sintió un escalofrío. Las calles eran una desolación.
Con paso apresurado se dirigió hasta la esquina. Lo que vio al llegar la dejó petrificada, se había esfumado todo, la vereda, la gente, el barrio. Un paso más y caería en un abismo vacío y oscuro jamás visto.
Intentó dar la vuelta y correr de regreso a su casa para pedir ayuda.  Antes de que pudiera darse cuenta sintió que su cuerpo empezaba a disolverse, los pies ya le habían desaparecido. Las piernas comenzaban a convertirse en parte del abismo, y ya no sentía las manos. Esa transmutación no le dolía pero la sensación de angustia e impotencia la acompañaron hasta que su último cabello se perdió en esa inexplicable invisibilidad.

Sonó el despertador  a las 6.30 como todas las mañanas.
Ana se despertó agitada y sudorosa, había tenido una absurda pesadilla. Se desperezó, tratando de dejar el mal sueño atrás y comenzar el día. Se cepilló los dientes, y mientras preparaba el desayuno se asomó a la ventana, todavía no había amanecido. La calle estaba desierta, algo la inquietó pero no hizo caso de sus boberías.
Prendió el televisor para mirar la temperatura. Se le congeló la sangre al ver que éste emitía solamente una estática ruidosa.
En ese momento comenzaba la verdadera pesadilla...

Más relatos de Halloblogween en Teresa Cameselle

miércoles, 19 de octubre de 2011

Convocatoria: Este jueves un relato "Mitos, leyendas y creencias"



Cuenta la leyenda que hasta hace algunos años en mi país habitaban personas  que convivían con dignidad y respeto.
La gente se sentía segura de salir a la calle a cualquier hora, no sabían lo que era el miedo de llevar una cartera, una joya o un par de zapatillas nuevas. En los barrios muchas familias sacaban la sillas a la calle para ponerse a tomar mate y charlar con los vecinos. Dejaban las puertas de sus casas abiertas, sin llave, sin trabas, y las ventanas estaban libres de rejas. Si alguien las ponía era a modo de decoración. No se corría el peligro de ser asaltado, o robado, porque los vecinos se cuidaban unos a otros. En la esquina había un policía que era el vigilante del barrio, todas las noches cenaba en la casa de alguien era una manera de agradecerle que estuviera ahí  con frío y calor apartando el peligro. Los chicos salían a la calle a jugar, inventaban juegos distintos todos los días y se criaban entre amigos reales. Los jóvenes podían ir a bailar sabiendo que volvían vivos a sus hogares. La escuela era un lugar de sumo respeto, los maestros eran los segundos padres, tenían la tarea de educar a los niños y se los consideraba figuras importantes y respetables.
Las parejas se enamoraban y se casaban, la meta máxima era formar una familia, si el matrimonio funcionaba bien se juraban amor hasta que la muerte los separe. No existían las vidas paralelas.
En los trabajos se empezaba de abajo, se iba escalando por capacidad o por conocimiento, y si uno no estaba conforme renunciaba y al otro día ya tenía un puesto en otro lado. Se podía ahorrar dinero para convertir casi todos los sueños en realidad, conseguir una casa, o un auto usado, o mejorar la situación en la que se estuviera.
El médico de la familia atendía desde el bebé recién nacido hasta el abuelo. En los hospitales había gasas, jeringas y enfermeros.  Se curaba el empacho, el mal de ojo y hasta se creía que llevando una cinta colorada uno estaba libre de maleficios y envidias.
La familia se unía, se juntaba los domingos a almorzar y después los hombres se iban a la cancha sin temor a enfrentarse con algun barra brava. El futbol era otra cosa, los jugadores movían la pelota por el honor de la camiseta y no por el pase que les esperaba o por la plata que cobraban.
No existía el celular, y muy pocos afortunados tenían teléfono, la gente se hablaba a la cara, si uno extrañaba a un amigo no mandaba un mensaje virtual, iba, le tocaba el timbre y se lo decía.  La comunicación era más tangible y estrecha. No se tenían un millón de amigos como ahora en facebook, pero los pocos que se encontraban permanecían toda la vida.
Todo era muy diferente,  pero por supuesto no pudo haber sido real... Esto es tan solo una leyenda .

Mas relatos de mitos, creencias y leyendas en: Notas desde el fondo de mi placard (Ceci)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Convocatoria: Este jueves un relato "Voces"

PORQUE HAY VOCES QUE EN SILENCIO NOS HABLAN. PORQUE HAY VOCES QUE DICEN TODO DESDE LA MIRADA. PORQUE HAY VOCES QUE SON  AHOGADAS POR LA INDIFERENCIA. PORQUE SIEMPRE TENEMOS QUE ESTAR ATENTOS A LAS VOCES DE LOS NIÑOS, PARA QUE NO SEA TARDE Y SE TERMINEN CALLANDO AHOGADAS EN UN GRITO.

A VOS…Que fuiste una  de esas voces...

LA NENA

La mamá la fue a buscar al cumpleaños de su amiguita y  en el viaje hacia su casa le contó que su papá estaba con un amigo muy querido esperándolas para cenar.  Le dijo que se llamaba Oscar y que se iba a alegrar mucho de conocerla porque siempre le habían hablado de lo hermosa e inteligente que era su nena.
Cuando se abrió la puerta del departamento lo primero que vio fue a su papá que venía a recibirla y que orgulloso le presentaba a ese gigante  desconocido que la miraba con cariño. El hombre se levantó de la mesa y vino directo a saludarla. La estrujó tanto que los globos que había traído del cumpleaños se le escaparon de la mano, le dijo que era mucho más hermosa de lo que le habían contado, y que a partir de ahora iban a ser amigos.
A partir de ese día, las visitas de Oscar a su casa empezaron a ser más frecuentes, generando una confianza y un afecto especial con sus papás y con ella misma.  Una mañana Oscar vino de visita y le pidió permiso a sus papás para llevarla a pasear, iban a ir a la Exposición Rural para ver todo tipo de animalitos y comer cosas ricas. La nena aceptó entusiasmada, pensando que iba a ser un paseo genial.

En el camino Oscar se mostraba cariñoso, y la miraba de una forma que para sus diez años le resultaba diferente a cualquier otra mirada. Cuando llegaron al lugar pararon a mirar los animalitos de granja.  Había un tumulto de gente,  y para que no se perdiera, Oscar la puso delante de él apoyando su cuerpo enorme contra el de ella para protegerla de todo.  Cada vez estaban más cerca. Esa proximidad  le decía que ese hombre que decía ser su amigo estaba haciendo algo malo, pero no podía saber  lo que era, su mente de niña no podía ir más allá de sus territorios conocidos, y esto era algo nuevo que decididamente no le gustaba. Por fin, y después de muchas paradas en el camino repitiéndose la misma situación,  terminó esa tarde que había empezado bien y había terminado con cierto desasosiego.
Cuando llegó a su casa no cenó, sus papás le preguntaron muchas cosas que no tuvo ganas de responder, no notaron nada, pensaron que estaba cansada y la mandaron a dormir.  No pudo.
Con el paso del tiempo y las constantes visitas de Oscar,  tampoco pudo volver a concentrarse en estudiar, salir a jugar, ni pudo dejar de pensar en que cada vez que ese hombre estaba cerca, le hacía lo mismo.  
Incluso en su propia casa buscaba excusas para quedar a solas con ella en su habitación y acariciarla como señal del gran afecto que le tenía. No había nada de malo en ello. Al menos eso era lo que  Oscar le decía, entre besos más cerca de la boca que de la mejilla.
Un domingo  Oscar llamó por teléfono  para preguntar si la podía llevar al cine. Por supuesto su papá aceptó, últimamente estaba con poco trabajo y no podía darse el lujo de llevarla a pasear tanto, así que viendo que era una buena oportunidad, le concedió el permiso.
Durante el desayuno  la nena se puso a llorar, y le  pidió al papá que la dejara quedarse en casa con alguna amiguita. Pero él no la escuchó, se enojó y la llamó desagradecida. ¡Encima que la llevaban a todos lados sin pedir nada a cambio, ella se hacía la difícil!
Se calló, secó sus lágrimas y se preparó para salir, una vez más… Esta vez fue diferente. 
Oscar le dijo que se había olvidado las entradas del cine en su casa. Le llevaría solamente cinco minutos recogerlas, pero tenían que pasar por ahí a buscarlas.
Llegaron a la casa, no había nadie.
Le hizo sacar el abrigo y le dio unos papeles para que le hiciera un dibujo mientras él buscaba las entradas, eso sí, nada de sentadita, la mejor posición para dibujar era estar arrodillada en la silla y apoyar el papel sobre la mesa, así los dibujos salían más lindos.
A los pocos minutos ya estaba detrás de ella. Despacio empezó a hacerle caricias sobre la ropa, ella sentía esa respiración agitada sobre la nuca que siempre la asustaba tanto. Sentía pánico, pero no se animaba a decir nada. Esas manos enormes ya habían abandonado el lugar donde estaban y se deslizaban bajo la tela de su ropa interior despojándola de todo, y lastimándola con furia y desesperación.
Gritó, como nunca había gritado.
Nadie la escuchó…
Nunca la habían escuchado…

MUCHOS MAS RELATOS DE VOCES EN:  EN ESTE RINCON DEL MUNDO... y en Gustavo en micro

sábado, 8 de octubre de 2011

No puedo seguir así...




No puedo seguir así,
perdida en mi irrealidad,
no quiero…
Niego que existís,
juro que te olvidé,
y miento…
Escondo mis lágrimas desde el alma,
para que mis ojos se mantengan secos.
Nadie sabe que estas ahí,
agazapado en  mi piel,
renaciendo  cada minuto que te pienso.
Estas en mi desolación interior,
esperando como una fiera hambrienta,  
el momento exacto de mi desvelo.
Y este dolor absoluto de tu ausencia
se instala traicionero en mí,
llegando como una estaca que viene
a poner de una vez fin a tanto tormento.
Pero no remata va entrando despacio,
disfrutando el placer sádico de penetrar lento
A su paso deja heridas profundas.
llegando cada más cerca de mi pecho.
Hasta que el dolor se hace insoportable
y se hace imposible respirar
Y ya no importa nada, me anestesio…
Sigo así, negando, ocultando, mintiendo.
Fingiendo que no estás.
Haciéndote invisible a los demás,
pero imborrable en mis recuerdos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Convocatoria: Este jueves un relato "Idolos"

ídolo
Figura de un dios al que se adora.
Persona o cosa excesivamente amada o admirada.




 Cuando era chica todos mis amigos tenían algún ídolo al que admiraban. Algunos eran artistas, superhéroes, o deportistas. Juntaban figuritas, compraban muñecos y todo lo que les sirviera para mostrar el orgullo que sentían por ellos. Yo, en cambio, tenía mi propio ídolo que no era nada de eso, pero que tenía de todos un poco. ¡Lo admiraba tanto!
Desde que tuve uso de razón comencé a elevarlo por sobre todos los demás. Me encantaba estar a su lado y observarlo mientras hacía sus cosas. Trepada a sus rodillas, y metida como un ratón en todos lados le iba alcanzando todo lo que le hiciera falta. De su mano aprendí a cocinar, a escribir versos, a tallar, a arreglar la plancha, colocar un enchufe y hasta a enduir las paredes para después pintarlas. Si tenía una duda en las tareas del colegio, esperaba a que llegara y él con su paciencia infinita me la resolvía. Sabía hablar de cualquier cosa y explicar todo en su justa medida sin una palabra de más ni una de menos.
Los sábados ibamos al cine a ver películas de extraterrestres, de terror, y de vez en cuando al circo. Los domingos, eran otra cosa, íbamos a la cancha a ver a Racing, a veces a Ferro, cualquier excusa era buena para gritar un gol. Era una de las pocas nenas que iban a la cancha, pero eso lo hacía más especial todavía. Desde mi pequeña altura lo veía como un gigante, un oso que me abrazaba todas las noches cuando llegaba del trabajo, brindándome una sonrisa cariñosa y una golosina escondida en una de sus enormes manos. Era perfecto, querible, y el mejor de todos los papás que alguien pudiera desear.
Cuando fui creciendo, y a medida que ese ídolo fue cometiendo errores comprendí que su parte humana era mucho más real que todo aquello que yo había divinizado. Aquel hombre perfecto, un semi dios para mi mirada inocente, que estaba siempre presente y constante, se fue convirtiendo en un padre ausente, cada día más despreocupado, y con un humor insoportable. Hasta que, de un día para otro nos dejó a la buena del destino, cerró la puerta y se fue sin mirar atrás. 
Con una mochila cargada de enigmas sin resolver, me quedé esperando que volviera, y en esa espera vana e interminable, su figura gigantesca, elevada por mi necesidad de idolatrarlo, empezó a desmoronarse a mis pies poco a poco hasta convertirse en una decepción triste plagada de ausencia.
Hoy, ya siendo adulta y habiendo superado el abandono, me pregunto como una persona así, con tanto brillo se puede volver en un instante tan opaca. Y la respuesta está ahí mismo, frente a mis ojos, en la pregunta misma. "Justamente, porque siempre fuiste una persona, viejo, nunca fuiste un dios, ni un ídolo, eso fue algo que yo me había inventado. Fuiste lo que pudiste, y al irte de casa, quien sabe porque, elegiste llevarte lo mejor de vos, y dejarnos esto."



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