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domingo, 6 de noviembre de 2011

Convocatoria: Este jueves un relato "La pequeña muerte"



Pequeñas muertes, mezcla de gozo y desolación. Algunos la asocian con el placer extremo y lo que viene después. Otros, con las tantas veces en que el corazón se rompe y vuelve a rehacerse.  A veces son necesarias para poder renacer, pero no por ello dejan de ser menos dolorosas.
La pequeña muerte del amor provoca miedo porque nos trae consigo vacío y desolación interior. Y de esa, es de la que quiero contarles hoy.






Intenté extender la agonía sin darme cuenta que mi corazón se iba lacerando lentamente con cada una de las espinas que clavaban las palabras y las decepciones. En ese tiempo extra que me había tomado para negar el final, dejé que se fuera desangrando gota a gota, tratando de contener la hemorragia con cicatrizantes esperanzadores que eran más un placebo que una medicina.
Anduve errante por caminos alternativos para no dirigir mis pasos zigzagueantes hacia ese túnel oscuro que se revelaba frente a mis ojos.  Perdí mi sentido común, escondí las brújulas que me marcaban otro norte y cometí actos de negación.  Fui envolviendo con el manto de la piedad esa mano que amenazaba con darme la estocada final.
El amor me encegueció, me redujo a las cenizas más grises en las que jamás me había convertido. El temor a la pérdida fue más oscuro aún que la pérdida misma. Esa ausencia que me quedaba era el reflejo invertido,  de todos mis sueños rotos y del fracaso de todos los proyectos que alguna vez había tenido.
Me planteé posibilidades, probabilidades, oportunidades. Solo una más…Solo esta…
Y otra vez volví a construir ilusiones con las mismas piezas desgastadas que se habían desmoronado, pero con una base tan débil al instante todo se volvió a caer.
Me puse de rodillas para recoger esas piezas una vez más,  pero ví que se habían convertido en arena. Ya no podía moldearlas ni unirlas, y supe que había llegado el momento de aceptar la pérdida.  Abrí la mano y la dejé correr entre mis dedos por última vez. No hubo vuelta atrás, el mundo se abrió a mis pies y del corazón me brotaron llagas desgarradoras. Lloré, más allá de mis lágrimas. Me derrumbé dentro de mi propio cuerpo. Perdí los deseos, las ganas;  mi alma se escapó y la dejé ir lejos para que no quedara atrapada en este cuerpo mustio. Me prohibí nombres, recuerdos, momentos. Recogí mis alas rotas y las dejé intoxicarse con sus propias heridas para no poder volver a volar nunca más. Me quedé acurrucada en el suelo de mi conciencia, cerré mis ojos a la luz de la vida, y me sumí en la frustración y la desolación de la pequeña muerte. Pequeña o grande, pero muerte al fin.
La estadía  en esa tiniebla destemplada me ayudó a completar el duelo. Con el tiempo, indetenible y arrasador,  empecé a salir del vacío en el que estaba. Mi corazón cicatrizó aunque le quedaron las llagas cerradas pero vulnerables. El alma volvió de su viaje hacia la nada y se instaló con  fuerza naciente dentro mío,  y mis ojos se reabrieron para descorrer las cortinas de la opacidad y dejar que entrara de nuevo la luz de la esperanza.  Me puse de pie y desplegué mis alas con temor. Con asombro descubrí que habían recobrado su textura suave, me dejé llevar por los nuevos vientos, y emprendí el vuelo con una sonrisa nostálgica pero renovada. Había padecido la pequeña muerte, pero había logrado renacer una vez más...
Más pequeñas muertes en lo de Gus

16 comentarios:

  1. Me encanta ese final, en el que las heridas cicatrizan y vuelve una vida que sin duda nunca se tuvo que detener, que merece ser vivida.
    Un beso.

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  2. que lindo final! por supuesto eso es renacer, la definición perfecta de renacer... o la sensación perfecta de renacimiento. hermoso relato amiga! besos!

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  3. Gracias Juan Carlos y Gastón, considero que todos hemos pasado por pequeñas muertes, pero eso nos ayuda a renacer y a corregir errores, aunque el proceso sea doloroso, no es en vano. Un abrazo enorme a los dos :)

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  4. Como el ave fénix que se rehace de sus cenizas muchas pequeñas muertes acompañan nuestra vida. Decepciones, traiciones, errores, desamores, malas decisiones, derrotas que marcan, son caídas que cambian el rumbo de nuestra vida. Y será para bien si aprendemos de ellos y será para mal si no logramos sobreponernos.
    Si metafóricamente morimos muchas veces y renacemos con más experiencia a seguir nuestra existencia, el verdadero punto final llegará algún día para todos, y cuando ese instante nos alcance habremos de recordar los que morimos ya otras veces, que la señora muerte solo puede quitarnos la vida pero nunca lo vivido.

    ¡Saludos!

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  5. Me gustó el planteamiento que has realizado de la muerte interior para después renacer, siempre con las huellas de lo vivido.

    Un beso

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  6. Sindel, hace poco que te leo y me sorprende tu gran capacidad para comunicar sentiminetos extremos.
    De nuevo me agita ese camino de caída en picado y vuelta a levantarse, aplastada en el agobio renace una y otra vez, ave Fenix:
    "El alma volvió de su viaje hacia la nada y se instaló con fuerza naciente dentro mío, y mis ojos se reabrieron para descorrer las cortinas de la opacidad y dejar que entrara de nuevo la luz de la esperanza"

    Son tus palabras, de la "pequeña muerte" diaria, regresa con las alas algo rotas, la esperanza.
    Besitos, hasta pronto.

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  7. Conozco ese viaje hacia la nada. Afortunadamente no por un desengaño amoroso, pero si por una ausencia y sé lo tremendamente duro que es el retorno a la "normalidad". Queda la cicatriz y esas alas de las que hablas quedan algo lastradas, pero no hasta el punto de impedirnos volar de nuevo.
    Me ha gustado mucho esa capacidad tuya para transmitir sentimientos.
    Un abrazo.

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  8. Mientras vivimos gozamos hasta que lentamente va acechando la muerta,
    muy bonito el relato.
    feliz semana.

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  9. Ese camino es duro muy duro, pero todas/os tenemos que recorrerlo, pues la vida te va poniendo pruebas; yo creo que las dolorosas dejan mas huella, te marcan más que las dichosas.

    Pero por fortuna siempre vuelve a salir el sol, espero y deseo que ese sol, te de calorcito Sindel.

    Besos regeneradores

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  10. Esa pequeña muerte de amor siempre es traumática sobre todo si es la primera.
    Muy buen relato lleno de poesía.
    Un abrazo

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  11. Gracias a todos los que me leyeron y dejaron sus palabras. Me alegra que les haya gustado y llegado. Quise esta vez simbolizar el dolor de la pérdida del ser amado. Un abrazo a todos.

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  12. Muy bonito el relato, y el final es precioso :)

    Un beso

    Lola

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  13. Muy hermoso escrito querida sindel la verdad es que me encanto y me identifico totalmente con cada una de las palabras pues hace muy poco he sufrido de aquella pequeña muerte que hace doler el alma y sangrar el corazón...
    Graciasss por pasar a leer y comentar mi pequeño escrito que lo escribi desde el alma y el corazón pues aquella protagonista como dices soy yo... son las pequeñas muertes que he vivido rurante este camino que es la vida... BESOS...

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  14. Muy bonito, y a pesar de todo el dolor, con un final esperanzador. Me ha gustado.

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  15. Lo admito. Disfrute el final.
    Aplausos!!!

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  16. Muchas gracias!!! Me alegro mucho que lo hayan disfrutado es un placer que pasen a leerme, besitos

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Muchas gracias por tu visita y por dejarme tu opinión.