Cuenta la leyenda que hasta hace algunos años en mi país habitaban personas que convivían con dignidad y respeto.
La gente se sentía segura de salir a la calle a cualquier hora, no sabían lo que era el miedo de llevar una cartera, una joya o un par de zapatillas nuevas. En los barrios muchas familias sacaban la sillas a la calle para ponerse a tomar mate y charlar con los vecinos. Dejaban las puertas de sus casas abiertas, sin llave, sin trabas, y las ventanas estaban libres de rejas. Si alguien las ponía era a modo de decoración. No se corría el peligro de ser asaltado, o robado, porque los vecinos se cuidaban unos a otros. En la esquina había un policía que era el vigilante del barrio, todas las noches cenaba en la casa de alguien era una manera de agradecerle que estuviera ahí con frío y calor apartando el peligro. Los chicos salían a la calle a jugar, inventaban juegos distintos todos los días y se criaban entre amigos reales. Los jóvenes podían ir a bailar sabiendo que volvían vivos a sus hogares. La escuela era un lugar de sumo respeto, los maestros eran los segundos padres, tenían la tarea de educar a los niños y se los consideraba figuras importantes y respetables.
Las parejas se enamoraban y se casaban, la meta máxima era formar una familia, si el matrimonio funcionaba bien se juraban amor hasta que la muerte los separe. No existían las vidas paralelas.
En los trabajos se empezaba de abajo, se iba escalando por capacidad o por conocimiento, y si uno no estaba conforme renunciaba y al otro día ya tenía un puesto en otro lado. Se podía ahorrar dinero para convertir casi todos los sueños en realidad, conseguir una casa, o un auto usado, o mejorar la situación en la que se estuviera.
El médico de la familia atendía desde el bebé recién nacido hasta el abuelo. En los hospitales había gasas, jeringas y enfermeros. Se curaba el empacho, el mal de ojo y hasta se creía que llevando una cinta colorada uno estaba libre de maleficios y envidias.
La familia se unía, se juntaba los domingos a almorzar y después los hombres se iban a la cancha sin temor a enfrentarse con algun barra brava. El futbol era otra cosa, los jugadores movían la pelota por el honor de la camiseta y no por el pase que les esperaba o por la plata que cobraban.
No existía el celular, y muy pocos afortunados tenían teléfono, la gente se hablaba a la cara, si uno extrañaba a un amigo no mandaba un mensaje virtual, iba, le tocaba el timbre y se lo decía. La comunicación era más tangible y estrecha. No se tenían un millón de amigos como ahora en facebook, pero los pocos que se encontraban permanecían toda la vida.
Todo era muy diferente, pero por supuesto no pudo haber sido real... Esto es tan solo una leyenda .
Mas relatos de mitos, creencias y leyendas en: Notas desde el fondo de mi placard (Ceci)
Excelente!
ResponderEliminarMe encantó!...y por suerte, puedo dar fe de que no se trata de una leyenda fantasiosa!...lo triste es que en verdad la cosa cambió tanto que la vida se transformó en otra cosa: un peligroso y ajetreado transcurrir entre relojes tiranos, competencias desleales, miedos agazapados, consumismo descontrolado e individualismo a ultranza.
Ojalá pudiésemos revertir el timón...
Un abrazo.
En mi barrio aun vivo esa leyenda.Planteado asi me aferro a ese mito,consciente suponiendo que algun dia pueda esfumarse.
ResponderEliminarcariñitos
Igual todo tan rosa no, pero la mayoría de lo que has dicho era real, lo de las sillas en la calle, el sereno y la unión de los vecinos. En fin, seamos optimistas, puede que vengan tiempos mejores.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Carmen, Yonky y Neogeminis por pasar y dejarme sus opiniones.
ResponderEliminarSé que es medio utópico vivir así pero hasta hace un tiempo no era tan extraño tampoco. Y la verdad es que extraño mucho esos tiempos donde se podía respirar aire más puro y salir con más libertad y menos miedos. Un abrazo a todos.
En muchos aspectos aquello existió, algo vi, algo me contaron, pero como dices nunca jamás fue posible la absoluta perfección, jamás desde Altamira.
ResponderEliminarEl ser humano es de muchos colores, ánsias, imperfecciones, perfecciones, sueños, pasiones.
¿Podemos creer en el Paraíso inocente y perfecto? POdemos hacer algo para que las partículas de decencia que aún quedan no se nos escurran entre los dedos.
Hermosa leyenda, Sindel un besito.
Los seres humanos somos así, ansiamos y amsiamos sin tener en cuenta a dónde o hasta dónde podemos llegar. No somos perfectos, pero en nuestra imperfección esta nuestro castigo, la soledad rodeados de gente, el vacio existencial. la nada...
ResponderEliminarMuy bello relato
Yo recuerdo haber vivido algunos momentos de ese estilo... pero se convirtieron pronto en recuerdo. Algunos dicen vivirlos en su entorno pero no hay más que dar la vuelta a la cabeza y mirar un poco más allá ¡Todo se difumina en grises y negros!
ResponderEliminarUn beso.
Creo que el dia que debimos poner la primera reja, perdimos la seguridad y la confianza fue el acabose. ¡No hemos dejado de extranarla desde entonces!, lo demás lo hubieramos aceptado igual, eventualmente y con el tiempo como adelantos de la tecnología, de los cambios de los tiempos, el celular, facebook, el divorcio etc.
ResponderEliminarLa verdad es que da mucha pena esa mirada nostalgiosa verdad? Sin dudas una leyenda que algunos alcanzamos a ver, y que se seguirá contando a los más chicos como si de eso se tratara, de una leyenda.
Te mando un gran beso Sindel
Pues yo juraría que algo parecido seguimos teniendo ahora, con algunas pequeñas diferencias, por ejemplo: Seguimos sacando las sillas a la fresca a conversar sólo que cada día son diferentes por nos han robado las anteriores.
ResponderEliminarLa gente sigue hablando en tu cara, sólo que no es contigo con quien habla.
El médico sigue atendiendo desde el bebé al abuelo, lo que pasa ahora es que se equivoca con todos.
Las parejas se siguen enamorando y casando, enamorando y casando, enamorando y casando...
Los maestros siguen siendo los segundos psdres, o al menos los tratan igual de mal que a los padres.
Etc. Etc.
La verdad es que no a cambiado tanto.
Besos
Natalia: es cierto creo que estamos a tiempo, ojalá podamos enderezar un poco las cosas que torcimos entre todos. Un beso.
ResponderEliminarMaría José y Verónica: tienen razón no hay nada más triste que la soledad estando rodeados de gente, ni que tener que recurrir a los recuerdos para añorar esos momentos. Besitos
Ceci: Es verdad que el tema de la inseguridad es la base de que todo lo demás se haya perdido, incluso hasta el respeto. Logicamente que esta bueno adelantar en todo lo demás, pero sin que eso nos lleve a estar cada vez más lejanos. Un abrazo enorme.
Alfredo: Tu comentario es maravilloso, la ironía en la comparación que haces es genial. Gracias por leerme. Un abrazo.
¿Donde?, tu descripción no se si es más o menos leyenda que la Atlántida pero ya me gustaria saber donde está actualmente ese lugar.
ResponderEliminarLa forma de vida actual ha arrinconado a categoría de leyenda lo que debería ser el anhelo de todo ser humano vivir sin miedos.
Estupenda leyenda nos traes deberiamos ponernos todos a creer en ella.
Un beso
yo juraría, sindel, que ese país alguna vez lo vi..a mis 48, te puedo asegurar que lo v y lo viví. yo juraría que aún mi casa está abierta, juraría que cada vez que alguien llama, desde ya, sin saber quién es, le digo que pase, yo jueraría que...los amigos ya han desaparecido, pues andan al calor de la tv, yo juraría que la demás casas de mi pueblo, están cerradas, juraría que eso de que los críos jueguen en la calle aún se da, pero si los críos son de ciudad, las mamás están siempre temerosas, no son tan..tan confiadas como las de mi pueblo...yo juraría que los maestros de segundos apdres, na de na...y que los propios padres..pues no sé..juraría que a pesar de que uno vive en un pueblo aislado y sus gentes también, lo pecuniario ya pesa mucho y el consumo más y que lo malo de fuera ha entrado como pedro por su casa y así el respeto y las confianzas de antaño como que se han eaporado...es decir, sindel, esto es un semiparaíso ..bueno, lo de semi divídelo más..pon que por diez...
ResponderEliminarmedio beso, sindel.
Gracias Gustavo y Manuel, creo que todos deseamos que esta leyenda vuelva a ser realidad, pero al paso que vamos lo veo bastante utópico. Todos queremos un mundo mejor, con más confianza, respeto y amor al prójimo. Pero si todos lo queremos no entiendo por qué no se puede concretarlo.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos.
Recuerdo haber vivido en un lugar parecido al que cuentas. Pero yo era pequeña y me enteraba de la misa, la media. Seguro que no todo era tan perfecto Que los vecinos se criticaban a la espada, que los médicos erraban sus pronósticos, que algunos padres maltrataban a sus hijos, que se ascendía en el trabajo por méritos propios o por enchufes, en fin, creo que más o menos como ahora pero menos especializados y con la televisión todo más cacareado. Un beso y ojala encontremos el lugar de tu leyenda.
ResponderEliminarPues te digo como creo que dice una canción: "lindo haberlo vivido para poderlo contar..!" es que habrá que buscarle el lado bueno, porque si no.... cómo sigo la semana que viene?
ResponderEliminarPero es así.. tal cual como decís que ya no es.
Un fuerte abrazo y beso
Leyenda, un progreso que nos da pero nos quita. Nos da medios, nos deshumaniza. Vi el otro día un vídeo del atropello de una niña en China espeluznante, la niña de 2 años tirada en el suelo sin que nadie la ayudara. Incluso la atropelló un 2º vehíclo.
ResponderEliminarBesos.
Pues yo doy fe que ese barrio existió una vez, hace mucho mucho tiempo, en un país muy lejano al tuyo Sindel.
ResponderEliminarBesos nostálgicos
Una leyenda que fué real, yo vivi algo así, tan parecido que casi fué igual.
ResponderEliminar!que bueno recordarlo.!
Me encantó Sindel compartir contigo.
Un abrazo.
Gracias San, Leonor, Cas, Atalanta y Juan Carlos, veo que todos coincidimos en que son tiempos que muchas veces se extrañan. Es cierto que tampoco era todo tan perfecto, que pasaban cosas,pero uno las vivía de otra forma. Un abrazo
ResponderEliminarPuedo asegurar que no se trata de una leyenda. He vivido ese tiempo en que los niños jugábamos sin miedo en la calle, en que nuestros padres sacaban la silla a la puertas, en que estas no se cerraban nunca, en que socorrías y eras socorrido, en que los profesores eran respetados, en que el médico era para toda la familia. No es leyenda, es simplemente pasado. En algún punto del camino, perdimos el norte. Hago votos porque podamos recuperar algunos de los valores que nunca debimos dejar escapar.
ResponderEliminarHermoso relato.
Un abrazo.
Pero todas las leyendas tienen un poso de verdad, pueden tergiversarse, engrandecerse con el tiempo y la distancia, mitificarse...
ResponderEliminarMe ha gustado tu leyenda, es importante reflexionar sobre ella.
Y aprovecho para convocarte al HALLOBLOGWEEN.
sindel, se descovoca este jueves para no coincidir con la convocatoria que hace teresa cameselle..allí nos reunimos si te apetece...http://teresacameselle.blogspot.com/2011/10/halloblogween-2001-estas-convocado_23.html
ResponderEliminarESE TEMA...AH, TE RESPONDO ACÁ..NO SÉ SI YA TENGO TU CORREO ELECTRONICO, SEGURO QUE SÍ, PERO NO LO ENCUENTRO..EN FIN, QUE EL TEMA DE ESTE JUEVES QUE HA SIDO CANCELADO, ASÍ, ENTRE TÚ Y YO, ME ENCANTAAAA...
ResponderEliminarBESOS...Y SÍ, LO PONDRÉ PARA EL SUIGUIENTE...