Seguidores

jueves, 26 de enero de 2012

Convocatoria: Este Jueves un relato "Brujas"



El castigo.
Mirta sentía que Roberto estaba cada vez más distante, ya casi no le prestaba atención. No podía dejar de sospechar que había otra mujer, pero no tenía las pruebas suficientes para confirmarlo.
Trataba de cubrir esas soledades ocupándose de su hija Lucila que con sus quince años le traía bastantes problemas.
Cuando se lo comentó a su amiga, ésta la convenció de ir a ver a una bruja para que se sacara las dudas.
Llegaron al consultorio de Madame Rubí y cuando se desplegaron las cartas de Tarot, la bruja le confirmó que su marido amaba a otra mujer más que a ella, y que ésta estaba más cerca de su entorno familiar de  lo que ella creía.
Salió dando tumbos, su amiga le pidió que se calmara pero Mirta sentía que quería vengarse y destruir a esa intrusa que le estaba robando el amor de Roberto. Le pidió a su amiga que la dejara sola para poder caminar un rato y  calmarse. Después de hacer unas cuadras se paró en seco, retrocedió hasta la casa de Madame Rubí y le pidió que la volviera a atender. Estaba llena de odio, de impotencia y de dolor.
La bruja, que vio una clienta potencial, la hizo pasar. Mirta le pidió que hiciera algo contra esa mujer que le estaba arruinando la vida. Madame Rubí  le dio una pócima para que le diera a su marido en la cena. Le explicó que a los dos días la persona que estuviera ocupando su corazón amanecería ciega sin ninguna razón médica que pudiera revertirlo. Le pidió que lo pensara bien, porque era un trabajo que tenía un precio muy alto, tanto en dinero como en su conciencia. Pero era tal el desprecio que sentía que no le importó ser responsable de semejante maldad. Pagó  por la pócima, pero sintió que era dinero bien invertido.
Durante la cena, ese mismo día, Mirta mezcló la pócima en el vino de Roberto, que lo tomó sin darse cuenta de nada. Esos días pasaron lentos, iba mirando por todos lados, leyendo las noticias, escuchando los comentarios del barrio, y preguntándole a su marido por sus compañeras de trabajo  para poder enterarse si alguien había sufrido ese castigo. Pero no pasó nada.
Al amanecer del segundo día un grito desgarrador la despertó, venía de la habitación de Lucila. Corrió como loca para ver qué había pasado. Abrió la puerta, encendió la luz y vio a su hija con  las manos extendidas, de sus ojos brotaba sangre y no dejaba de gritar que se había quedado ciega. 
                                                              Sindel Avefenix

Mas relatos de brujas en lo de: Inma Brujis

miércoles, 18 de enero de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "Un relato desde el corazón"




La decisión.

Miró el frasco de pastillas por última vez. Estaba seguro de que serían suficientes.
Las molió una por una hasta convertirlas en polvo y las guardó dentro de un sobre en su bolsillo.
Llegó al hospital temprano y fue directo a la Unidad Coronaria.
Pidió permiso a los médicos para pasar fuera del horario de visitas y entró a verla.
La besó en la frente y salió.
A las pocas horas lo encontraron muerto en una banca situada en el pasillo que daba a la habitación donde había estado  de visita antes.
En la mano tenía una carta que decía:
“Mi querida esposa y amor de mi vida:
Viendo que nos quedan pocas horas para poder salvarte y que el corazón para el transplante no llegó, tomé esta decisión.
No te enojes por lo que hago, pero mi vida sin vos sería la muerte misma, así que, sintiendo plenamente que desde el día en que te conocí mi corazón te pertenecía, llegó la hora de entregártelo.
No llores, porque ahora que mi corazón va a estar dentro de ti, tengo la felicidad absoluta de saber que vamos a estar juntos, como lo juré ante Dios, hasta que la muerte nos separe.
Nos reencontramos en unas horas, cuando despiertes, en nuestro primer latido.
Te amo.
Julián”

Más relatos desde el corazón el lo de: María José

lunes, 16 de enero de 2012

Mientras tanto




El encanto de las promesas utópicas se desintegra impasible ante mis ojos.
La validez de las palabras  pronunciadas arde devorada en la hoguera de la verdad.
La ansiedad de las ilusiones intenta salvarse a manotazos del mar de la desesperanza.
Las horas de las esperas lloran abortadas por la ingravidez del tiempo perdido.
Vacío… Soledad… Oscuridad… Todo eso a la vez dentro mío… y por fuera…
Por fuera está la necesidad hambrienta de querer seguir creyendo.
Está la búsqueda desahuciada de la fe corrompida.
La guerra entre lo que es y lo que uno desea que sea.
Batallas sangrientas contra uno mismo anhelando un poco de paz.
Mientras tanto… Mientras tanto y hasta que caiga vencida,  gana el simulacro.
La máscara sonriente que esconde la mirada y calla la voz.
                                                                                    Sindel Avefenix

jueves, 12 de enero de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "Profecías del fin del mundo"




El fin del mundo puede ser cualquier día, de cualquier año, en cualquier lugar...
Nos preocupamos por saber cuándo será, y cuáles de todas las profecías se cumplirán, sin darnos cuenta que lo único que tenemos es este momento, que quizás mañana ya no estemos en este mundo para presenciarlo.
Se me ocurrió una utopía. Hacer de cuenta que cada instante es el previo al fin de todo. Así podría disfrutar más de esos pequeños momentos que dejo pasar sin darme cuenta. Despertar, mirar el amanecer como algo nuevo cada día y no perderlo de vista.  Grabar esa imagen maravillosa de colores indefinidos en mis retinas. Agradecer que estoy viva. Tomar cada paso que doy en la calle como un avance más hacia donde quiero llegar y no como un camino obligado y sin sentido. Hacer las cosas en el momento y no dejarlas para un futuro que no sé si tengo. Compartir más tiempo con las personas que amo, decir lo que siento sin miedo a perder el orgullo por eso, sostener mis palabras, no prometer cosas que no estoy segura de poder cumplir. Dejar de poner excusas para tomar decisiones, especulando con que más adelante todo puede cambiar, porque el cambio es ahora.  Aprovechar cada segundo que tengo, y dar lo mejor de mi en todo lo que haga.
El mundo está girando ahora, y yo tengo los ojos abiertos. Todavía respiro, y en cada exhalación estoy dejando un pedazo de mi vida que no va a volver. No quiero dejar pasar más cosas por mi lado sin mirarlas, no quiero perderme más de esas caricias que puedo dar y recibir ya mismo.
Es difícil, lo sé porque soy parte de esa maquinaria social que hace todo a las corridas, con ese estado de supervivencia que me apura para llegar a ningún lado, sin tener la plenitud de poder tomarme un respiro. Pero ahora que me pongo a pensar, no quiero que me sorprenda ese momento preguntándome por qué no hice ciertas cosas, por qué no dije esa palabra, por qué esperé hasta estar con la soga con el cuello para querer estar realmente viva.
                                                 Sindel Avefenix

Más profecias del fin del mundo en lo de: SAN



domingo, 8 de enero de 2012

Quizas...




Quizás se rompió el hechizo
 y el embrujo de tus ojos
 ya no me atraviese el alma.
Quizás por tanto tirar de la cuerda
será que mis manos sangran.
Quizás por tantas esperas,
tantas promesas, tantas palabras,
será que hoy mis pasos avanzan,
mis ansiedades no existen
y mi boca calla.
Quizás por tantas fantasías
será que me crecieron alas.
Quizás quiero volar lejos...
Dejarte atrás... Borrarte de mi...
Recuperar mi aura...
                                          Sindel Avefenix

martes, 3 de enero de 2012

Confianza herida



Distinto escenario, otro tiempo, la misma y repetida historia.
¿Dónde fue que se perdió el valor de las palabras? ¿En que lugar quedó el respeto por el otro?
No puedo determinar en que momento entramos a este mundo de insolencia que lastima, y va dejando a su paso rastros de dolores, magullones en el alma de los que todavía creemos en la creación de vínculos y en el bienestar más allá de nosotros mismos.
No importa cuántas veces pasen por encima de mi fe, siempre vuelvo a creer.
Tiene que haber alguien que reciba mi mensaje, lo guarde en su corazón, y descifre este código de indicios que consiste en ejercer la sinceridad a cualquier costo. Porque el  costo más alto es comprender que fuimos engañados, utilizados bajo argumentos irreales y fantasías creadas con habilidad, para luego descartarnos haciéndonos sentir una extrema falta de dignidad y entereza.
Y cada vez que me equivoco, aunque sé que no vale la pena, mi confianza herida se envenena y me pregunto, cual es la manera de reconstruirla, de lograr el equilibrio entre creer  y descreer sin tener que llegar siempre a sentirme tan desierta.
He llegado a sospechar que algo debe haber en mí, que me torna vulnerable a este tipo de desencuentros, en los que solo me queda este gusto amargo de no entender al otro cuando me llega el silencio en lugar de la explicación.
Y es en ese hueco agudo de intrigas y preguntas sin respuestas, donde se va formando una herida que se torna cada vez más profunda con cada desengaño.
Me siento en un sitio equivocado, en un desconcierto pleno de mi propia decepción, como si la culpa fuera más mía que del otro, o si lo que estuviera equivocado fuera haber cometido el pecado de creer, de entregar mi integridad en otras manos que en lugar de sostenerla con cuidado, la estrujaron en un puño de indiferencia.
Me duele, pero esa angustia no logra que quiera dejar de seguir siendo yo misma la próxima vez, no sirvo para tomar venganza, ni para convertirme en lo que nunca quise, la mitad oscura de mi alma, la sombra de mis principios, la que sigue a la manada hacia el triste destino de la ruindad, de la despreocupación y la manipulación desmedida de los sentimientos ajenos.
                                                                             Sindel Avefenix

lunes, 2 de enero de 2012

Inerte


Inerte, así me quedo ante las pruebas del delito.


Ya no sangro. Mis venas están secas, lo único que corre por ellas es hielo.


Mis pupilas reflejan la mirada aguda de la confianza herida.


Fue una ruleta rusa, apreté el gatillo mil veces frente a mi cabeza.


Maceré un suicidio lento del alma. Cubrí mis heridas supurantes con paños de falsedades.


Pero hoy, el disparo no falló…



 El tiro de gracia entró certero.


Caminó por mis rincones oscuros… Destruyó lo poco de fe que quedaba en mí.


La verdad oculta…disfrazada…mentida…


La verdad duele…


La mentira mata…


Y yo quiero vivir.


                                                                                          Sindel Avefenix