Distinto escenario, otro tiempo, la misma y repetida historia.
¿Dónde fue que se perdió el valor de las palabras? ¿En que lugar quedó el respeto por el otro?
No puedo determinar en que momento entramos a este mundo de insolencia que lastima, y va dejando a su paso rastros de dolores, magullones en el alma de los que todavía creemos en la creación de vínculos y en el bienestar más allá de nosotros mismos.
No importa cuántas veces pasen por encima de mi fe, siempre vuelvo a creer.
Tiene que haber alguien que reciba mi mensaje, lo guarde en su corazón, y descifre este código de indicios que consiste en ejercer la sinceridad a cualquier costo. Porque el costo más alto es comprender que fuimos engañados, utilizados bajo argumentos irreales y fantasías creadas con habilidad, para luego descartarnos haciéndonos sentir una extrema falta de dignidad y entereza.
Y cada vez que me equivoco, aunque sé que no vale la pena, mi confianza herida se envenena y me pregunto, cual es la manera de reconstruirla, de lograr el equilibrio entre creer y descreer sin tener que llegar siempre a sentirme tan desierta.
He llegado a sospechar que algo debe haber en mí, que me torna vulnerable a este tipo de desencuentros, en los que solo me queda este gusto amargo de no entender al otro cuando me llega el silencio en lugar de la explicación.
Y es en ese hueco agudo de intrigas y preguntas sin respuestas, donde se va formando una herida que se torna cada vez más profunda con cada desengaño.
Me siento en un sitio equivocado, en un desconcierto pleno de mi propia decepción, como si la culpa fuera más mía que del otro, o si lo que estuviera equivocado fuera haber cometido el pecado de creer, de entregar mi integridad en otras manos que en lugar de sostenerla con cuidado, la estrujaron en un puño de indiferencia.
Me duele, pero esa angustia no logra que quiera dejar de seguir siendo yo misma la próxima vez, no sirvo para tomar venganza, ni para convertirme en lo que nunca quise, la mitad oscura de mi alma, la sombra de mis principios, la que sigue a la manada hacia el triste destino de la ruindad, de la despreocupación y la manipulación desmedida de los sentimientos ajenos.
Pues bienvenida al sindicato, amiga, ese síndico que agrupa a quienes tenemos buen espíritu, no nos metemos con nadie y siempre recibimos algún pisotón en el corazón, directa o indirectamente. Y tenemos, además, pocas ganas de ser malos, sentimos el veneno adentro, adentro, nos envenenan poco a poco pero siempre salimos a flote... Bienvenida.
ResponderEliminarBeso.
ayer vivi una historia...la historia tiene dos protagonisats: yo, el burro por delante siempre, y otra persona. mi característa es que olvido, soy muy propenso al olvido...la característica de la otra persona es todo lo contrario. y atendiendo a esto, yo, un desastre, pero sin maldad, inicié un camino, antes ya hablado con la otra persona, por mi cuenta y con el olvido por delante...se me había olvidado que ese camno lo íbamos a hacer juntos...ello provocó, creo yo, en la otra persona, mucho de lo que relatas acá...pero...pero...si uno, en este caso, la otra persona, me acepta con esta tara muy mía...¿acaso no se acaba todo mal provocado?...lo malo, y en eso estoy contigo de acuerdo, lo malo es cuando el ajeno s eentrega demasiado alprójimo..y este...ay, ese entregarse en cuerpo y alma a la gente eqivocada..¡¡
ResponderEliminarmedio beso.
Verónica es cierto lo que decís, somos varios los miembros de ese sindicato, pero es inevitable, salimos a flote y volvemos a creer.
ResponderEliminarGus: El que avisa no traiciona amigo, una cosa es que la otra persona te acepte así y sepa como van a ser las cosas, y otra diferente es cuando te muestran algo que no cumplen, te hieren, y te pisan. Un abrazote
Venho mais uma vez prestigiar o teu maravilhoso espaço e deixar minhas singelas palavras de admirador e fã, esteja a vontade a visitar-me, pois amigos serão sempre bem vindos a deixar seu carinho em meu espaço, bom sempre que posso estarei passando neste teu lugar especial....
ResponderEliminargrande abraço de bruno
Obrigado Bruno pela sua visita, eu estou muito gostosa com sua amizade. Beijos :)
ResponderEliminarEs un camino que muchos recorremos y como tú, luego de desembuchar el dolor y la amargura, lo recomenzamos de nuevo con fe. Tal vez todo pensamos que damos lo mejor y el otro también lo piensa. Tal vez haga falta hablar más si es que nos van a entender o callar, para no discutir y hacerlo peor. Pero el camino nos obliga a andar y lo hacemos con lo que somos y tenemos. Lo más importante es hacerlo de buena fe.
ResponderEliminarMuchas cosas dices y en muchas me identifico, es que dices muchas verdades, pero lo más importante que decis es que vas a volver a confar!
Un fuerte abrazo con mucho cariño.
Una vez extendí la mano a ver si llovía...alguien que pasaba en esos momentos, deja caer una moneda sobre mis palmas.
ResponderEliminarDesde entonces, no ha vuelto a llover. Mejor camino, se hace camino al andar.
Abrazos!
Cas: muchas a gracias por tus palabras, y por pasar :) Besitos
ResponderEliminarAlonzo: Excelente lo que me escribiste, chapeu :) Un abrazo