Se revolvía en el camastro intentando conciliar el sueño que
no llegaba. Encendió la lámpara de noche, uno de los tantos beneficios que
había adquirido por treinta años de buena conducta, y se incorporó. Observó la celda,
las paredes descascaradas, la silla con la ropa que había preparado y la mesa sobre la cuál descansaba la biblia,
compañera incondicional de su vida.
Unos pocos años después de llegar al correccional y después
de haber pasado por toda clase de castigos, decidió unirse al grupo de reclusos
que predicaban el evangelio. Llegó a ser pastor y todas las mañana daba charlas
y rezaba oraciones para que los demás encontraran su paz al igual que él.
Ya había perdido la cuenta del tiempo que había pasado allí,
o cuánto había esperado a que llegara esa visita, única en todos esos años, que
venía a darle una noticia que no quería escuchar.
Todos iban a pensar que estaba loco por lo que tenía pensado
hacer, pero él ya lo había decidido.
Cuando empezó a amanecer se cambió de ropa y rezó. Al rato
vino el guardia a anunciarle que su visita lo estaba esperando en la sala.
Escondió algo en su bolsillo, se retocó el cabello y caminó hacia la sala. Sabía que no lo iban a esposar, nunca lo hacían los días de visita.
Tomó asiento frente a su abogado que sonriente le entregaba
el acta para que firmara su libertad. Ya había cumplido la condena y era un
hombre libre.
No se sentía feliz, se le habían cruzado por la cabeza miles de
pensamientos sobre su nuevo estado, la gente señalándolo por ser ex convicto,
la soledad de un hogar donde nadie lo aguardaba, la falta de empleo, la
sociedad completamente distinta a como la había conocido.
Éste era su hogar. Así lo sentía, así lo vivía. Sus
compañeros, su celda. El lugar donde había conseguido ser alguien y ayudar a
otros. No necesitaba nada más. Estaba seguro de eso.
Fue un segundo, sacó un trozo de vidrio roto del bolsillo de su
chaqueta y sin dar tiempo a nada lo clavó en el cuello de su abogado. No quería
matarlo, con herirlo era suficiente, no era un asesino. De inmediato lo redujeron y le colocaron las
esposas llevándolo a patadas hacia su celda. Escuchó la voz del guardia diciéndole que
ahora sí nunca más iba a salir de allí mientras lo tiraba violentamente al suelo
áspero que le peló las manos y las rodillas al caer.
Lejos de sentir el dolor del impacto, en su
rostro se dibujó una sonrisa.
Sindel Avefenix
Muchas gracias Clark y Lois
Eso dicen que les pasa a todos los presos que han pasado media vida en un centro penitenciario. Fuera està todo cambiado y dentro se donde están más seguros y se encuentran mas libres. Paradojas de la vida!!! Un besote.
ResponderEliminarEs muy difícil su reinsersión en la sociedad, son generalmente prejuzgados por su pasado, y eso los lleva a algunos a temer su libertad. Un beso.
EliminarNo hemos sabido defender la PAZ, no hemos sido PACÍFICOS y todos a la cárcel. Hecha la broma el relato es genial, es a la inversa de lo que estamos acostumbrados a leer. Un abrazo
ResponderEliminarJaja Ester me encantan tus bromas!!! Muchas gracias por leerme y comentar, un besote.
EliminarNo te creas que no habrá más de uno que piense así cuando le dan la libertad. El mundo externo es hostil para todos y para un excarcelado más.
ResponderEliminarA veces somos injustos.
Me ha gustado tu relato.
Muchas gracias Tracy, me puse en la piel de alguien que pasó la mayor parte de su vida dentro de prisión, debe ser muy difícil poder re adaptarse a la sociedad. Un beso.
EliminarNo deja de ser cruel esa paradoja, entiendo al recluso, demasiados años encerrado, la rutina, los rezos, los compañeros, la inercia de la cárcel hacen del mundo exterior una amenaza aterradora.
ResponderEliminarNo es el primer caso que me llega, negarse a una libertad de la cual ya no se acuerda y teme.
La prisión acogedora, el nido aislante.
Versión genial del tema, felicitaciones Sindel y besitos.
Así lo sentí cuando empecé a escribirlo, la negación a lo nuevo, el apego a lo conocido aunque no sea lo ideal. En todos los aspectos de la vida sucede eso.
EliminarMuchas gracias por tus palabras tan lindas para mi relato.
Un beso enorme.
Tremendo, pero consiguio lo que queria. un abrazo
ResponderEliminarSí, no pudo ver otra forma de vida más que esa. Un beso.
EliminarBien escrito.
ResponderEliminarNo se puede confiar en la paz facilitada por un desagradecido. Porque eso lo que es quien hirió a su abogado, quien no había hecho nada malo. Sólo hacer su trabajo.
En realidad lo hiere para dar un motivo y poder quedarse allí. Fue una salida rápida para lograr su objetivo. Aunque haya estado mal no encontró otra.
EliminarUn beso.
Qué triste relato. Me da lástima el protagonista. He escuchado varios casos similares en la vida real. Y la verdad, que para muchos reos, sin hogar, familia y amigos es duro comenzar desde cero. Por una u otra razón, les falta capacidad, y coraje para re recomenzar y deciden terminar encerrados hasta el final de sus días. Me gusto tu relato, Sindel.
ResponderEliminarSaludes
Aca te dejo el poema 6 de 52.
http://2mswhispers.blogspot.com/2014/02/contando-las-semanas-con-sindel-6-de-52.html
Algunos reinciden en sus delitos porque se les niega la posibilidad de ser aceptados en la sociedad, es un tema que da para un largo debate con distintos puntos de vista.
EliminarAhora paso a leerte y te enlazo. Besos :)
Muy buen relato!!! La desesperación que lleva a hacer cualquier cosa cuando se tiene miedo.
ResponderEliminarEn este caso miedo a la libertad.
Cariños.....
Es raro tenerle miedo a la libertad, pero a veces suele pasar que uno se acostumbra tanto a algo que cuesta comprender todo lo demás. Gracias por pasar!!! Besitos
EliminarEs impactante tu relato pero posible, hay casos de gente que ha pasado tanto tiempo en prisión que realmente tiene pánico a la libertad porque es demasiada responsabilidad y al fin y al cabo en la prisión tienen sus necesidades cubiertas incluso se pueden sentir necesitados por otras personas.
ResponderEliminarMuy buen relato
Un beso
Muchas gracias Charo, un caso entre tantos de miedos a lo desconocido, o a lo que ya no recuerda cómo será. Un beso.
EliminarMuy bueno. Una inversión de lo que esperábamos y que resulta muy real. Hay una elección por ese mundo que conoce y en que tiene su sitio frente al otro en que le será muy difícil encontrarlo.
ResponderEliminarBesos.
Que bueno haberte sorprendido Juan Carlos, a veces es difícil re adaptarse a lo que ya ni se recuerda como es. Un abrazo.
EliminarSe deduce de tu relato que no hay modus vivendi mejores ni peores, todo es cuestión de costumbres, y a veces, romper con esas costumbres y empezar una vida nueva puede ser aterrador.
ResponderEliminarBesos
El miedo a lo desconocido, y la costumbre de estar en un lugar tanto tiempo se unen para tomar la decisión de permanecer.
EliminarUn beso enorme!!! Gracias por leerme.
Una situación demasiado real, gente que pasa tantos años de su vida en la cárcel, que no saben cómo vivir fuera de ella. Muy bueno tu relato. Un besote
ResponderEliminarGracias Alicia, no conocen otra cosa más que eso, u olvidaron la otra realidad después de tantos años.
EliminarUn beso.
Pues si, puede ser, la costumbre era tan grande que fuera ya no tenía vida, en hizo lo que nunca se hubieran esperado.
ResponderEliminarMuy bueno
Un abrazo
La necesidad de permanecer a salvo, dentro de un lugar conocido lo lleva a hacer cosas que no se esperan. Gracias Carmen, un beso.
EliminarUn relato escalofriante en su final pero muy asumible por esos años perdidos en la cárcel y sentirse mejor dentro que fuera.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Muchas gracias Mos!!! Qué bueno que te hay gustado!!!
EliminarUn abrazo enorme.
En ocasiones, el pensar en reinsertarse en la sociedad para algunos presidiarios, puede ser motivo de temor... Lo has relatado de manera tal, que ese miedo llegó hasta ser comprensible. Un final fuerte y una historia muy bien narrada, como no puede ser de otro modo!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Es algo tan difícil volver a comenzar con esos antecedentes que marcan y la gente prejuzga. A veces se cree que es mejor quedarse con lo conocido, como en este caso. Gracias por tus palabras Gaby. Un besote.
EliminarA veces el hombre se acostumbra a su forma de vida y no desea cambiar, ni tampoco tiene curiosidad por el mundo de fuera...Quizá eso es morir poco a poco, posiblemente...
ResponderEliminarMi felicitación por tu claridad y tu buena exposición del tema, amiga.
Mi abrazo inmenso y mi cariño.
M.Jesús
La curiosidad es invadida por el temor, por el tener que enfrentar algo que ya olvido. Gracias por tus palabras amiga.
EliminarUn abrazo enorme.
Debe de ser complicado empezar una nueva vida después de muchos años encerrados. Esa es la solución más fácil para ellos, para no enfrentarse a todo lo bueno y bonito.
ResponderEliminarYa he publicado Paz.
Besos!
Está en cada uno, yo creo que me arriesgaría a lo nuevo, total qué se puede perder. Pero mi protagonista eligió otra cosa.
EliminarGracias por pasar Ion, ahora me paso a leerte.
Un beso!!!
Demasiado años encerrado pueden llegar a provocar en el preso un miedo a la libertad, o más bien que miedo a la libertad, miedo a lo desconocido, incertidumbre ante un futuro incierto.
ResponderEliminarUn fuerte abfrazo.
Yo creo que es eso, miedo a lo que ya no conoce, allí dentro ya tiene su lugar y lo hace su hogar.
EliminarUn abrazo enorme.
Terrible y oscuro se le presentaba a tu personaje el futuro fuera del penal. Tremendo es que la idea de próxima libertad se le presentase tan angustioso. Muy buen relato.
ResponderEliminar=)
Gracias Moni, creo que se acostumbró a esa vida y el temor a lo desconocido pudo más. Un beso.
EliminarCreo que despues de tantos años, volver a reinsertarse en una sociedad debe ser difícil. En cierto modo entiendo el sentir de este hombre.
ResponderEliminarBss.
Por la experiencia de lo que veo con ex convictos en mi país siempre terminan relegados y cometiendo los mismos errores de antes. Debe ser duro volver a empezar sin que los prejuzguen. Un beso.
EliminarEn definitiva, el protagonista se ha acostumbrado a la infelicidad, por que sin libertad, no se puede ser feliz.
ResponderEliminarEntrada muy bien escrita.
Un abrazo.
Gracias Juan, en parte tenes razón creo que se acostumbró a esa vida, y tuvo miedo de volver a empezar en libertad. Un abrazo.
EliminarMuy buen relato Sindel, te va llevando por la angustia, el horror, y todas las contradicciones de estar preso y cualquier medio le valió para quedarse en el que se sentía su lugar.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Muchas gracias Cecy, a veces se elige el mal conocido antes que el bien por conocer. No sé si eso es bueno, pero en este caso es lo que eligió. Un beso.
EliminarGenial y excelente relato, querida Sindel. Aún me falta mucho para estar bien del todo y no podré visitaros con mucha siduedad, pero ha sido in placer leerte. Gracias y besos
ResponderEliminarQuerida María, muchas gracias por tu visita, espero que te recuperes prontito, acá te espero con tus hermosos textos.
EliminarUn beso enorme.
Salir en libertad después de tantos años tiene que ser una pesadilla dura de vivir, adaptarte a la sociedad sin sentirte un bicho raro es difícil de conseguir, cuando te adaptas a una situación...todo cambio requiere
ResponderEliminarde mucho valor para enfrentarlo. Duro y sentido tu relato.
Besos amiga.
Muchas gracias Lucía a veces los miedos a lo desconocido nos ganan y nos quedamos con la opción conocida. Un beso.
EliminarTu relato me lleva a pensar en el miedo a la libertad. No es fácil. Había encontrado su lugar en el mundo. Quizá tomó una decisión desmedida, pero consiguió lo que buscaba, permanecer en el lugar que era su vida.
ResponderEliminarUn gustaso leerte, amiga
besos
Lo quiso conseguir a cualquier precio, su miedo a lo nuevo pudo más, gracias preciosa por tu comentario. Un beso enorme.
EliminarMiedo a la libertad, da escalofríos sólo de pensarlo, pero se de algún caso que tras muchos años en prisión, la consideraban como su hogar. Que triste!
ResponderEliminarUn beso
Así es Rosa, se acostumbran a eso, lo hacen su hogar a pesar de todo, y pagando el precio de perder su libertad. Un besote.
EliminarPues es un buen texto, enhorabuena
ResponderEliminarMuchas gracias Jordim, un gusto tu visita. Un abrazo.
EliminarSi no conoció más mundo que esa carcel, si su vida ya estaba hecha a ese lugar, no es de extrañar ese miedo a lo que pudiera encontrar fuera, pero que pena sentir que todo lo que necesitaba estaba dentro de esos muros. Me gustó tu historia Sindel.
ResponderEliminarUn abrazo.
La necesidad de permanecer dentro de lo conocido lo lleva a no querer experimentar las cosas nuevas que le ofrece la vida, un beso enorme y gracias por tus palabras!!!
EliminarAdicción a lo incómodamente cómodo y pánico a una realidad que asusta. En juego sentimientos y decisiones difíciles de encajar en el agujero correcto, y al final lo más difícil para el cuerpo pero lo mejor para el alma. Muy buen texto, trasciende...
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Alfredo, decisiones tomadas con miedo a lo desconocido, a veces se llega a estas cosas cuando uno es preso de el temor. Un abrazo.
EliminarHola Sindel, tu relato me ha recordado muchísimo a la película Cadena Perpetua, en la que sale Morgan Freeman. La han puesto por televisión hace un par de días aquí en España. Es cierto, te hace reflexionar sobre cuál es la verdadera cárcel, si la de dentro o la de fuerta.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo.
Hola Alfredo, la verdad no la ví, pero si trabaja Morgan Freeman no dudo que debe ser buena. Un abrazo.
EliminarHay Sindel, que hermoso, me alegra mucho haber coincidido en cierta manera con tu personaje,quien tiene claras sus ideas y metas, me encanto, un abrazo grande desde este ciber concordiense!!!!
ResponderEliminarGracias preciosa, viste que coincidimos!!! Es bueno eso porque significa que tenemos cosas en común. Besitos y felices vacaciones :)
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