Y abrí mi garganta dejando escapar ese grito contenido, salió
lento, miedoso al principio, pero al tomar contacto con el aire se volvió
estrepitoso, tan agudo y lastimero que dejó a su paso huellas descarnadas. Se
volvió alarido, aullido, estruendo. Rompió las copas, movió los espejos… Y los
cristales astillados volaron por el espacio, rebotaron contra el objetivo y se
volvieron en mi contra adentrándose en mi carne formando surcos sangrientos que
se convirtieron en verdades, hirientes, frontales, desahuciadas.
El alivio de la liberación duró unos segundos, al instante
una sombra oscura se apoderó de mis espacios más íntimos, penetró hasta
perforar lo más profundo de mi dignidad y una vez hecho el hueco, se fue,
dejando un vacío oscuro y negro.
Y es en ese vacío tormentoso donde quedo destejiendo los
hilos de aquellos ensueños mentirosos, dónde nunca te tuve, ni te tengo…
Sindel Avefenix
Sindel Avefenix
... el ensueño mentiroso de tener y no tener.
ResponderEliminarel dolor de lo inasible, perfectamente retratado.
duele el grito y la impotencia, leyendote.
un fuerte abrazo
Cuántas veces sería necesario gritar para ahuyentar un poco esa pena que llevamos dentro y que así salga de una vez.
ResponderEliminarEspero que ese vacío tormentoso se llene pronto de calma y esperanza y que los sueños esten llenos de esperanzas, ilusiones, realidades.
Un abrazo Sindel.
hay terapias que recomiendan salir a campo abierto y gritar.... GRITAR.... y qudarse liberado.
ResponderEliminarQuizas no sea tan mala idea
un beso
Si los gritos no sirvieron para aliviar...habrá entonces que probar el silencio. Ese viaje hacia el interior suele ser revelador y reconstituyente.
ResponderEliminarOtro abrazo.