Caminaba lento, la gente se amontonaba a su alrededor,
algunos la escupían y otros la insultaban. La custodia del lugar trataba de
hacerle espacio para que pudiera llegar antes que la lincharan.
Lejos quedaba el esplendor de los años setenta, cuando era
la modelo y actriz más cotizada. Se la veía en todas las pantallas, tele, cine,
teatro. Las publicidades siempre la mostraban. Era la rubia más sexy y hermosa
del país.
Al principio no se supo quién hizo explotar la noticia, pero
el impacto que provocó en el público fue inmediato y profundo. En la puerta de
su casa había todos los días escarches y protestas pidiendo justicia. Los
vecinos le pedían por favor que se mudara.
Unos días antes el país se había enterado por medio de un
programa de chimentos que la señora Lucía Faro, había sido durante los años de
la dictadura militar la amante secreta del Almirante Marella.
Inmediatamente los periodistas se encargaron de destrozarla,
buscaron testigos y pruebas contundentes. Aparecieron fotos, familiares,
conocidos de conocidos, todos afirmando la noticia. Llegaron hasta el mismo
Almirante que ya viejo y cansado de tanta rosca les dio una nota en
exclusividad desde su casa de Palermo, donde cumplía con el arresto
domiciliario por los crímenes de lesa humanidad cometidos.
El Almirante confesó que la señora Lucía Faro no solamente
había sido su amante secreta durante muchos años, si no que también había sido
su espía e informante. Ella se encargaba de entregarle gente de la farándula
que pudiera ser una amenaza para el bien nacional. Operaba entre bambalinas,
buscando posibles enemigos. Les decía que estaba metida en un Movimiento de
Izquierda clandestino que estaba organizándose para levantarse en contra del
gobierno. De a poco y después de ganarse la confianza de algunos, los iba
haciendo picar el anzuelo para que se le unieran. Una vez hecho esto, Lucía le
daba los nombres al Almirante para que literalmente los borrara del mapa.
El Almirante la gratificaba con presentes. No todos los
nombres valían lo mismo, algunos equivalían a un tapado de pieles, otros a
joyas de brillantes, y había uno que había sido tan impactante que había
significado ganarse un departamento en Av. Libertador.
Durante años habían utilizado este método, a veces cambiaban
el “modus operandi” pero el final y los premios siempre eran los mismos.
Después vino la democracia y todo tomó un cauce diferente,
algunos se salvaron de ser descubiertos pero otros tuvieron que esperar treinta
años para que se hiciera justicia.
Al final se supo que la hija de la mucama del Almirante, que
se había criado en ese ambiente, se había decidido a dar la noticia después de
ver a la señora Lucía hablando de su impecable vida en un programa de
actualidad.
Ahora su vida impecable estaba en el juzgado, su rostro casi irreconocible
por las cirugías estaba tenso cuando se sentó en la sala. Sabía que sus épocas
de gloria se habían terminado y se estaban convirtiendo en un infierno, ese
mismo que gracias a ella tantos otros habían encontrado.
Nota: Esta historia me la inspiró un caso conocido el año pasado en mi país, pero no significa que sea verdadera en su totalidad. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Más relatos de espías en lo de: Juan Carlos
Te he dejado un regalo en mi blog, puedes recogerlo cuando quieras. Un beso
ResponderEliminarY al final que dicto el juez, culpable o inocente porque si es lo ultimo debera llevar a juicio a todos que la humillaron...he dicho..
ResponderEliminarBuen relato desde el principio hasta el final, engancha..
Besitos
La verdad es que es un relato imprensionate, en todos los sentidos. Logras atraparnos en la lectura sin mirar el tiempo, solo la trama. Todo un placer, Sindel.
ResponderEliminarUn saludo.
Aunque aclare que sea "inspirado" a quienes vivimos esos años no nos puede dejar de sonar familiar! Lamentablemente, en épocas oscuras, el espionaje y la delación estaba infiltrado en todos los niveles y el destino de muchos -miles- pendió del hilo de quienes aprovechaban el momento para escalar posiciones dentro de la estructura del poder.
ResponderEliminarun relato muy apropiado para la temática de este jueves!
un abrazo.
Sindel, magnífico relato que me recuerda la casa de brujas en Hollywood dirigida con saña contra actores e intelectuales de izquierdas por Joseph McCarthy, el gran inquisidor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta tu relato Sindel, es bueno, interesante y estoy de acuerdo en que nos recuerda otras "historias".
ResponderEliminarUn beso
La tentatición era grande, joyas, abrigos, dinero. Prefirió esto a la integridad; pero como dice el refrán:A todo cerdo le llega su San Martín.
ResponderEliminarUn abrazo
Creo detectar de donde viene la inspiración! soy del otro lado del charco, pero todo llega! :-)
ResponderEliminarTu relato, muy bien contado, nos lleva a una época oscura (tanto allí como aquí) en la que no dudo ni por un segundo existieron personas haciéndose pasar por amigos o compañeros de lucha, dispuestos a vender cualquier dato con tal de salvar sus cabezas o beneficiarse de algún modo.
Triste papel, pero lamentablemente real.
Un gusto leerte Sindel, besos al vuelo:
Gaby*
Un historia que se ha repetido a lo largo de los años, no importa el lugar, el aquí o allí, personajes que se enriquecieron delatando a otros, al final todo se sabe.
ResponderEliminarAtrapante relato.çUn abrazo.
La realidad siempre supera a la ficción, a lo largo de la historia se suceden las barbaries con un envoltorio tan despampanante: la rubia mas sexi del país, da trabajo a los jueces.
ResponderEliminarUn beso
en mis comentarios estoy poniendo cosas de mi pueblo...de alguna amnera los uno con lo que estáis escribiendo...pero tú, tu texto...¿? ah, ya sé...te cuento que acá durante los años de después de la guerra civil había un elemento...de esto me he enterado mucho después, claro está...había un elemento humano que medía algo asó como metro y un poco menos de medio, el cual era conocido por sus aspiraciones a ser ditadorcilo...y para resaltar esas aspiraciones, poco después de la guerra..años de represión, por lo tanto...le gustaba llevar una pistola al cinto, pero sucedeque esa pistola era tan tan grande que casi no podía andar...que se sepa, y eso me lo contaron también...debido a esta pistola o pistolón, pudo hacerse con unas cuantas mujeres que le servían de chivatas...
ResponderEliminarel final de la historia nome la sé...sólo sé que a este tipo lo he conocido hace poco y que nadie dice nada, ni los más mayores del lugar...
medio beso.
Si claro, datos mas, datos menos, es una historia real. No tiene un final tan bueno como el de tu historia. Que yo sepa a la rubia ningún tribunal la llamó al estrado para que explique al menos.
ResponderEliminarTambién asocié con la terrible historia del Angel de la muerte, ese que se infiltró en el grupo de las madres y terminó señalando a las monjas francesas y quien sabe a cuantos mas ... que espanto.
A veces la realidad supera la ficción, quien sabe cuantos casos no conocemos.
Un beso
Hay una parte de la historia que me preocupa y es que hay personas que teniéndolo literalmente todo aún tengan que recurrir a actos tan deleznables para enriquecerse más aún.
ResponderEliminarMuy bien narrada. Besos Sindel y enhorabuena por tu premio. Merecido.
¡Gracias por el premio,Sindel! Por cierto, que este texto si que lo había leído pero se me olvidó dejarte comentario, así que aprovecho para decirte que me ha gustado mucho. ¡Sigue así! Un beso.
ResponderEliminarExcelente y documentada historia. Bien llevada hasta el final. Me ha gustado
ResponderEliminarSí, ya se cual es la rubia vernácula, para suerte de ella en la versión real el almirante ya no vivía asi que no podian tener la versión del propio interesado, como sea el escarnio del público es bravo, mientras nadie olvide claro!
ResponderEliminarLa farandula siempre ha estado de la mano del poder, muchas quisieran borrar ciertas páginas de sus vidas si pudieran!!
Me gustó el relato Sindel, me gusta que hayas tomado esa inspiración y como le diste vuelo y sabor a una historia jugosa digno comienzo para una de espionaje.
Te mando un beso y perdón por pasar tan tarde, todavia me quedan varios jueveros por leer, pero es que a mi se me complica leerlos a todos en dos dias..en fin, nos vemos
Hola Sindel:
ResponderEliminarEso es lo ingrato de ser espía: el momento en que te desenmascaran. Ese mal rato es tan grande, que por algo les inventaron lo de la pastilla de cianuro ( o al menos, así hacía los rusos)...
Un abrazo