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jueves, 29 de marzo de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "Las fiestas de mi pueblo"



Los carnavales de mi barrio.


Siempre viví en la ciudad, y aquí las fiestas siempre fueron las que celebra la mayoría de la gente. Pero hay una que quiero recordar porque marcó parte de mi infancia y mi adolescencia.
Los carnavales de los años 70. En mi barrio eran toda una fiesta, muchos meses antes se preparaban las calles y los clubes para recibir a la gente con sorpresas y novedades.
Nosotros elegíamos pasarlo en el club del barrio. Me acuerdo que eran los sábados de los dos últimos fines de semana de febrero. El club se engalanaba con guirnaldas, globos, y disfraces de todo tipo. Llegábamos temprano con mi viejos de custodia. Primero pasábamos por la kermese, donde con unas monedas podíamos jugar a un montón de cosas y ganar premios que parecían tesoros pero que en realidad eran una porquería. Aunque la sensación de haber ganado algo nos alegraba. Después nos acompañaban a jugar al carnaval, yo creo que porque para ellos también era divertido jugar, tomarse licencia de la adultez y ponerse a nuestra altura para reírse un rato. En el fondo del club había un gimnasio enorme. Allí nos reuníamos con espuma en mano y bombitas de agua, nos corríamos para competir a ver quien quedaba más mojado y desalineado. No perdonábamos a nadie, le llenábamos de espuma los anteojos a los padres, les mojábamos las pelucas coquetas a las madres, y a los más chiquitos los dejábamos que corrieran,  pero al final tampoco se salvaban.  Los más adolescentes nos evitaban escondidos en otros recovecos del club para que no los mojáramos, porque después venía el baile. Sobre todo las chicas que habían pasado horas haciéndose “la toca” para lograr un lacio perfecto en su cabello y si se les mojaba no les quedaba nada.
 Y ahí sí, los padres se iban a la confitería  y nosotros íbamos a los vestuarios, nos sacábamos los disfraces, nos poníamos la mejor ropa y nos parábamos a esperar que el chico que nos gustaba nos sacara a bailar. Nos juntábamos las mujeres de un lado, los varones del otro, y entre canción y canción nos moríamos de ansiedad para saber quién sería la próxima que esa noche se llevaría un buen recuerdo. Cada tanto algún padre se daba una vuelta por la pista de baile inspeccionando que no hiciéramos ningún desastre.  Los más grandes después de un rato desaparecían entre los lugares más oscuros del lugar, y nosotros los medianos, terminábamos la noche casi siempre esperando que el chico se decidiera justo en el último momento de la noche a acercarse. Y cuando nos decía “hola” ya nos teníamos que ir. Pero no importaba porque con eso ya teníamos para hablar durante meses.
Éramos chicos, inocentes y esa tontería bastaba para hacernos sentir felices. Cada año que pasaba se repetía la historia, hasta que después crecimos, los más chicos ocupamos el lugar de los adolescentes y por fin pudimos llevarnos buenos recuerdos  de algún beso robado en los lugares oscuros del gimnasio y más tarde  fuimos adultos que acompañamos a nuestros hijos a pasar esos hermosos días de carnaval que aunque están un poco cambiados, no dejan de ser maravillosos.

                                                          Sindel Avefenix

Más fiestas de pueblo en lo de:Manuel

jueves, 22 de marzo de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "Deja Vu"





Estás tendido, atravesado sobre la cama, y yo sentada enfrente tuyo usando la cabecera de respaldo. En el medio, entre las sábanas revueltas y húmedas, la bandeja con las dos tazas de café que recién terminamos de tomar mientras charlamos. El aire es mágico,  luego de nuestra íntima comunión de carne y placer, nos invita a un reposo compartido.
Tu piel todavía tiene la marca del recorrido que hicieron mis besos por todos tus rincones, tu pelo está revuelto y se desparrama, negro intenso, contrastando con el blanco del resto de la cama.  Yo, relajada y plena te miro.
Y es en esa mirada, en ese instante,  que tengo la sensación de haber vivido antes este mismo momento. El mismo y exacto momento que está sucediendo ahora mismo, pero en otra vida, en otra dimensión, y no me extraña porque estoy segura  que también te amo en todos los demás posibles destinos paralelos.
- Deja Vú –  Te digo.
Me miras incrédulo, abriendo esos ojazos oscuros y empezas a reírte de mis locuras. Yo me embarco en tu risa para viajar por los mares del paraíso en el que me siento. Y deseo profundamente tener infinitos deja vu como estos, que mi vida sea un deja vu cíclico y espiralado, que se repita una y otra vez, para no tener que abandonar este espacio en que tus ojos son míos, en el que estás ahí sonriendo, y sos el hombre más hermoso de todos los mundos reales y paralelos. Mi hombre. 
Es un segundo interminable en el que los sentimientos viajan desesperados desde el corazón hasta el alma, se convierten en un volcán y explotan desde mi boca convirtiéndose en verbo,  en ley, en vida, en vos y yo enredados en esa cama ajena, pero que en ese instante es mucho más que nuestra. Despacito, te tomo del cuello, me pierdo en tus brazos y dejo salir en un susurro  todo este amor inmenso que siento por vos en esta vida y en todas las vidas posibles que pueda llegar a vivir.

                 Sindel Avefenix

Más Deja Vu en lo de: Carmen

miércoles, 14 de marzo de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "El cine, desde dentro o fuera de la pantalla"




El "Cine Roca"

Hacía veinte años que me había ido del barrio en el que nací. Mis mejores años los había pasado allí. A la fuerza, y por razones del destino, a los 25 años me  vi obligado a mudarme a un pueblo lejano  de donde no veía la hora de salir. Por suerte ahí encontré algunos amigos con los que compartía mis momentos de soledad. No había encontrado el amor, ni el éxito, y  por las noches lo único que me ayudaba a sentirme vivo eran los recuerdos de mi barrio natal.
Casi todos ellos estaban asociados al cine. En aquella época era todo un evento ir a ver una película. Mirar en esa pantalla enorme, escuchar ese sonido único y dejarse llevar por mundos de sueños y fantasías. De lo que más me acordaba era de las tardes de domingo, cuando nos juntábamos con los pibes desde temprano, e íbamos  al “Cine Roca”, a la vuelta de mi casa. Era toda una fiesta,  ir a sacar las entradas antes que nadie para ver los estrenos y hacer una cola de dos horas antes de entrar para poder tener un buen lugar.
El “Cine Roca”, majestuoso, impecable, enorme, el mejor cine de todos los barrios…
 El que me vio llevar a mi primer noviecita del primario y tocarle la mano con mi mano temblorosa mientras mirábamos “ET”.  El que me vio llevar a mis viejos con mi primer sueldo de cadete administrativo a ver “Cinema Paradiso”. El que me vio dar el primer beso, ese roce de labios tímido que dejó ruborizada a Cecilia, y que después de ese día no quiso verme más. El de las risas con los muchachos de la esquina y de las lágrimas contenidas con las películas tristes, porque los hombres no debíamos llorar.  
Antes de venirme para el pueblo lo fui a visitar, quería despedirme. Ahí seguía, tan majestuoso como siempre, ya no iba tanta gente porque el barrio se había llenado de complejos comerciales que tenían cines. Pero nosotros, la gente del “rioba” como decíamos siempre, seguíamos fieles a sus butacas de cuero rojas, y a sus pisos alfombrados de negro arratonado por el tiempo. Lo miré profundamente para dejar impregnadas mis retinas con esa imagen que guardaba mis mejores recuerdos, y  aunque tuve esa sensación acuosa en mis ojos, ésta vez también reprimí un lagrimón, no sabía cuándo volvería, pero los hombres no debían llorar.
Hoy  después de veinte años volví al barrio, ésta vez para quedarme. Al recorrer las calles lo vi tan cambiado, ya no estaban la pizzería del Tano, ni la disquería del loco Blas, ahora todo eran locales de comida rápida, cibercafés, y supermercados chinos. Apuré los pasos para llegar a Rivadavia, tenía que visitar mi querido “Cine Roca”, ansiaba entrar a ver una película, y dejarme llevar por la magia del tiempo hasta ese pasado feliz que siempre iluminaba mi soledad.
Llegué a la esquina, y me paré en seco. No pude creer lo que veía,  en la marquesina había un nombre enorme que decía “Jesús es la Roca”, habían aprovechado las letras del viejo nombre para armar el nuevo,  ya no estaba la pantalla gigante, ni las butacas eran rojas. El cine se había convertido en un templo y de su interior completamente modificado, salía una voz que decía “que había venido a salvarnos” y un grupo de gente alababa y aplaudía al salvador, un tal Pastor Jiménez.
Ésta vez no pude controlar esa sensación que me inundaba la vista, no pude, o no quise, que sé yo… Ésta vez dejé que mis ojos se expresaran, que rodaran las lágrimas barriendo las imágenes de todos mis recuerdos para poder aceptar la nueva realidad, ya no me importaba que me vieran llorar…
Ya nada era lo mismo ni el barrio, ni el Cine Roca, ni yo mismo…
                                                                               Sindel Avefenix

Más historias de cine en lo de Mónica

miércoles, 7 de marzo de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "Sorpresas"





Domingo 10:30 hs
 - ¡Qué hermosa noche que pasé!  No puedo dejar de pensar en él. Es el hombre más hermoso del mundo. No puedo apartar de mi mente esa mirada oscura, penetrante. Me resuena su voz como un canto al oído, su suavidad, esas manos fuertes y cariñosas. Pienso en sus besos y todavía siento mariposas en mi estómago. Qué lindo que fue estar con él, en sus brazos. Quiero más, mucho más. Estoy enamorada, completamente en las nubes del amor. Qué estado hermoso, amanecer así con esta sensación después de tanto tiempo, me siento plena. Esta sonrisa está clavada en mis labios y nada la va a poder modificar. Soy feliz, muy feliz!!!

Domingo 13:00 hs a 14:00 hs
- Yo escuché mal o me dijo que me llamaba a la una. A lo mejor entendí mal estaba tan embelesada con sus besos que no presté atención. Pero seguro que me dijo más tarde.
En realidad me dijo a la una,  ahora me acuerdo, antes de almorzar me dijo que prendía el celular para llamarme. Bueno capaz se demoró o se levantó más tarde.
¿Y si no me llama? ¡Capaz no le gusté!
Por favor que no pase eso… No va a pasar soy una tonta… Siempre negativa para pensar. Pero ¿Y si pasa?
Ya son la una y diez, que raro que no llama… A ver,  capaz no prendí el celular. Si, está prendido…¿Tengo señal? Sí, tengo una señal bien clara.
¿No habré puesto el celular en silencio? No, está todo bien. ¡Qué raro!
¡Ay por favor que suene! ¡Qué suene!…Muero de ansiedad… 
Bueno me voy a poner a mirar una película lejos del reloj así me distraigo.
No puedo, no me concentro, ya son las dos y nada, ni noticia. Estoy nerviosa no puedo parar de pensar.
Capaz se quedó sin batería, o le robaron el celular antes de llegar a la casa. Voy a mandarle un mensaje para probar.

Domingo 16:00 hs
- Bueno son las cuatro y ni me respondió, seguro que lo leyó, no me dio error de envío, es más, me figura como entregado. Al final es igual a todos. Un mentiroso. Claro total ya obtuvo lo que quería, ahora me descarta. 

Domingo 19.30 hs
- ¡Qué falso! Me dijo que le había encantado, es el peor de todos, me dejó enganchar y ahora desaparece sin decir nada. Cobarde, trucho, ni le importa lo que estoy sufriendo con esta espera. Ya está…Apago el celular. Lo odio.

Lunes 08:00 hs
- Voy a prender el celular para mandarle un mensaje diciéndole todo lo que pienso de él, no se la va a llevar así de arriba. Me va a tener que escuchar, o leer al menos.
Uy!!! Tres llamadas perdidas…Es él…Me dejó un mensaje de voz…A ver…
- Hola hermosa, ¿todo bien? ¿Cómo empezaste tu domingo? Disculpá la hora, son las cinco de la tarde, pero me quedé dormido, me dejaste agotado, y me encantó. ¿Te parece si te paso a buscar para cenar? La pasé tan lindo ayer que estaría bueno repetir ¿no? Además quiero darte una sorpresa.  Bueno espero que me avises antes de las nueve, sino arreglo para ir a ver a mi vieja un rato y lo dejamos para la próxima, porque mañana me voy de viaje, ¿te acordás? Un beso.
- Noooooooooo!!! No cambio más!!! 

                                                                            Sindel Avefenix

Más sorpresas en lo de ANY

lunes, 5 de marzo de 2012

Después del grito




Y abrí mi garganta dejando escapar ese grito contenido, salió lento, miedoso al principio, pero al tomar contacto con el aire se volvió estrepitoso, tan agudo y lastimero que dejó a su paso huellas descarnadas. Se volvió alarido, aullido, estruendo. Rompió las copas, movió los espejos… Y los cristales astillados volaron por el espacio, rebotaron contra el objetivo y se volvieron en mi contra adentrándose en mi carne formando surcos sangrientos que se convirtieron en verdades, hirientes, frontales, desahuciadas.
El alivio de la liberación duró unos segundos, al instante una sombra oscura se apoderó de mis espacios más íntimos, penetró hasta perforar lo más profundo de mi dignidad y una vez hecho el hueco, se fue, dejando un vacío oscuro y negro.
Y es en ese vacío tormentoso donde quedo destejiendo los hilos de aquellos ensueños mentirosos, dónde nunca te tuve, ni te tengo…


                                                    Sindel Avefenix

domingo, 4 de marzo de 2012

Grito




Siento un grito aprisionado en la garganta, una opresión constante de angustia que me carcome el aire. Una necesidad insistente de arrancarme de raíz el alma y quedarme a solas con mi criterio contemplando la balanza, desnivelada de más penas que glorias, en la que estoy sumida.
Cargo con una maraña enredada de preguntas que tienen una sola respuesta. Esa que contiene las palabras convertidas en espinas, y que sin darme respiro se van adentrando en mi pecho. Esta vez no funcionan las curas paliativas, son tan grandes las heridas, tan profundas, y están ya tan escarbadas... La sangre se derrama inundando mis manos desesperadas que luchan para detener esa catarata caudalosa de dolor explícito.  
Tengo que detener esto, cueste lo que cueste, porque esta vez es grave, mucho más grave que una simple desolación anunciada de la que no hay regreso ni recuperación.
Necesito liberar ese grito, dejarlo salir resonando como un aullido doliente, que se rompan las copas, y vibren los espejos. Y cuando llegue a destino  se convierta en un eco de miles de gritos guardados durante años, durante todas las batallas perdidas contra la realidad, durante todas las noches desiertas en las que entretejía esta soledad enmascarada bajo el ensueño mentiroso de tenerte y no tenerte.  
                                                                                                           Sindel Avefenix

A mis queridos jueveros!!!

No puedo dejar de decirles estas palabras a todos los que me acompañaron en este jueves maravilloso y a los que no llegaron a tiempo pero igual estuvieron desde la lectura y los comentarios. 
Quiero agradecerles de todo corazón a todos por participar con sus ocurrentes relatos, por engalanar mi casa con su buena energía, por sus comentarios, por sus palabras, por su presencia.
Una de las mejores cosas que me sucedió el año pasado es haberlos conocido, son un grupo de gente única, que me abrieron las puertas de sus "Jueves" con el mayor de los respetos y cariño. Para mí es un placer poder estar entre ustedes, participar de cada una de las propuestas que salen, escribir y leerlos.
Me siento muy feliz de haber sido su anfitriona, espero que se hayan sentido a gusto, y que sepan que siempre serán bienvenidos.
Muchas, muchas, pero muchas gracias mis queridos jueveros!!!



jueves, 1 de marzo de 2012

Convocatoria: Este jueves un relato "El apego a un objeto"

Mi jueves




La alianza de oro


Buscando un viejo par de pendientes entre mis chucherías, ahí,  bien en el fondo del cajón, te vi.
Asomó tu superficie dorada, estabas opaca y solitaria,  pero un dejo de brillo me hizo reconocerte al instante. Te miré, primero dudé en tomarte, tantos años sin verte me habían hecho olvidarte por completo.
Algo llevó a que  mis manos te rescataran de ese rincón oscuro al que habías ido a parar. Te puse sobre mi palma, instintivamente miré el nombre y la fecha grabados en tu interior, y en un instante millones de recuerdos se me agolparon en la memoria. Me acordé del día en que llegaste a mí, perfectamente envuelta en tu estuche de terciopelo rojo, acompañada por otra igual a vos pero más grande.
Recordé como en un momento, que la ansiedad me hizo interminable,  ya estabas en mi dedo, perfecta, impactante, luminosa. Venías acompañada de un mundo de proyectos, juramentos,  ilusiones,  promesas de un comienzo junto a alguien que lucía en su dedo una similar a vos.
A partir de ese día me acompañaste durante años, pasamos juntas por momentos mágicos y por otros que es mejor olvidar. Pero durante esos tiempos, que ahora siento tan lejanos, mirarte brillando en mi dedo me daba fuerzas,  valor para mantenerte ahí, donde la habían puesto, sosteniendo ese sueño y esa esperanza de que todo fuera a cambiar.
Yo te juro que luché para que te quedaras para siempre brillando, anunciando que yo era una mujer casada, una mujer que compartía su amor con otra persona, una mujer…
Hasta que un día me di cuenta que vos brillabas pero que yo me estaba volviendo opaca.
No tenía sentido conservarte en mi mano, si tu significado no coincidía con lo que me dictaba el corazón.  Así que muy despacio, pero decidida, te deslicé hacia afuera, y te guardé en un cajón. No pude deshacerme de vos porque de alguna forma eras parte de mi vida.
Por mucho tiempo tuve tu marca en mi dedo, pero hoy ya no…
                                                         Sindel Avefenix