martes, 24 de diciembre de 2024
lunes, 23 de diciembre de 2024
Aniversarios que trae el olvido
jueves, 19 de diciembre de 2024
Este jueves un relato: "Vuelo de fotos"
Este jueves me uno a la propuesta de: ARTESANOS DE LA PALABRA quienes nos proponen lo siguiente:
Imaginen una historia que puede ser de amor, odio, tristeza o de humor, de mucho humor, que no supere las 350 palabras para que todos podamos leernos y comentarnos, sabemos que por estas fechas todos estamos más ocupados y corriendo, por eso tratemos de cumplir con lo pedido.
Dejemos volar la imaginación como esas fotografías volaron y a escribir, por acá los esperamos.
Patricia y Rosana
Y este es mi relato (no tan apegado al disparador que dieron, pero va con amor)
Habían soñado
toda su vida, 40 años juntos, con ese momento de la jubilación que por fin
había llegado. Tenían planeado que cuando estuvieran libres de horarios y
obligaciones, iban a tomar sus ahorros, pocos, a vender el departamentito de la
Capital que habitaban y con eso, se irían lejos. Muy lejos.
Sus dos
hijos, ya grandes, tan ocupados, no tenían mucho tiempo para ellos.
En unas
vacaciones pasadas habían conocido las sierras y supieron de inmediato que ese
iba a ser su futuro hogar.
Vendieron el
departamento, eligieron lo que se iban
llevar y el resto lo dejaron atrás.
La plata les
alcanzó justo para comprar una casita chica, pero pintoresca a pocos metros del
río y con vista a las altas cumbres. Habían logrado que el dueño anterior les
bajara el precio ya que por esas cosas de la vida, mientras ellos querían huir
del ruido de la capital, él quería instalarse en el caos porteño. Con mucha
ilusión y poca experiencia hicieron la transacción.
Con ayuda de
los vecinos nuevos la pintaron, la decoraron y la hicieron su hogar. Conocieron
nuevos amigos, adoptaron varias mascotas y su vida fue soñada durante todo el
otoño y el invierno. Pero cuando llegó el verano el calor empezó a ser
insoportable, el río como por embrujo se secó y el agua del arroyo no alcanzaba
para nada.
Una mañana
se levantaron a desayunar y cuando salieron a la galería vieron los incendios.
Estaban lejos de las llamas, pero el viento no les favorecía. Hasta ahora nadie
les había avisado que esa zona cada tanto se incendiaba, ni que cada año el
fuego se acercaba un poco más.
A los pocos
días ya tenían las llamas encima, entre los vecinos apagaban como podían los
focos de fuego, hasta que no pudieron respirar más. El humo ya era intenso.
Entonces
llegaron los bomberos, la ayuda solidaria, el dejar la casa, las mascotas, los
sueños.
Recién a los
dos meses pudieron volver para ver lo que había quedado. Bajaron del auto que
los había llevado con el horror en el pecho.
Todo era
cenizas, la casa escombros, el jardín un cementerio. Lloraron abrazados por
horas hasta que cansados se dispusieron a volver. A los pocos pasos,
sorprendidos, vieron sobre una mata verde impoluta, que había resistido el fuego,
una foto, un retrato enorme de ellos dos abrazados el día de su casamiento.
Se miraron con todo el amor que se tenían, sonrieron y entrelazando sus manos emprendieron la marcha hacia un nuevo
comienzo.
Sindel Avefenix
Para más fotos volando ir a: Artesanos de la palabra
martes, 10 de diciembre de 2024
LLEGARON LAS TARJETAS NAVIDEÑAS
martes, 3 de diciembre de 2024
Este jueves un relato: "Tú y yo en una isla"
Lo primero
que sentí fue sed. Una necesidad insoportable
de beber, mi cuerpo estaba lleno de arena y me faltaba el aire. Me incorporé
como pude, aturdida, no sabía qué hacía
en esa isla desierta ni cómo había llegado.
En busca de
agua potable y de respuestas comencé a andar por un camino que salía desde la
playa y se adentraba en la isla. Durante horas caminé, la sed me agotaba, pero
seguí adelante. Después de un rato largo llegué a un manantial que parecía más
una alucinación que real. Estaba rodeado
de árboles frutales, era un paraíso. Me tiré al agua sin pensarlo y bebí hasta
que me dieron arcadas. Terminé recostada a la sombra de un árbol y me dormí.
Me despertó
el sonido del canto de una mujer. La
dulzura de su voz me invitó a seguir la música que se escuchaba más cerca
a medida que rodeaba el manantial. Ya atardecía. A los pocos pasos la ví. Estaba de espaldas, tenía el cabello blanco
ensortijado, ropa negra desgastada y lavaba algo en la orilla. Despacio, sin
intención de asustarla le toqué el hombro y al darse vuelta un frío
estremecedor me recorrió la espalda. Sus ojos eran los míos, pero vacíos de
expresión, su rostro tenía el peso de una vida entera. Era igual a mí, pero con
unos 30 años más. Entonces me tomó la
mano y me dijo que no me asustara, que me había estado esperando. Y sentí mucha
paz.
Me invitó a
una cueva donde había armado su hogar y me alimentó y cuidó por mucho tiempo. Los
primeros días nos quedábamos hasta el amanecer charlando, ella tampoco
recordaba cómo había llegado allí, ni cuantos años habían pasado. Me contaba cómo
había sido su vida después llegar, un recorrido crudo de soledad. No había elegido quedarse ahí, pero había
cometido un error y ya no había podido salir de la isla. Quería advertirme que si yo
hacía lo mismo no podría cambiar mi
destino. Al principio me parecía interesante, pero después empezaron a pesarme sus consejos.
El misterio de no decirme concretamente cuál era ese error o como salir de ahí.
Tenía que
librarme de ella, buscar la forma irme de la isla y hacer mi vida. Atada a esa mujer a la cual jamás me parecería,
no iba a lograrlo.
Esa misma
noche la maté, recuerdo sus manos intentando sacar mis manos de su cuello, sus
ojos aterrados, su última expiración que ahogaba una palabra. Error.
Entonces lo
entendí, ese era el error que ella también en algún momento había cometido.
Nunca más
pude salir de la isla. Ya pasaron 30 años, calculo, desde que llegué, mi
reflejo en el agua del manantial es igual a ella.
Ahora soy yo la que espera en soledad que llegue alguien a tocar mi hombro para intentar al menos, cambiar su destino.
Sindel Avefenix
Para más relatos ir a: MARCOS PLANET