Fue el peor de todos los veranos,
febrero de 1999.
Hacia muy pocos días que nos
habíamos mudado al departamento nuevo, era en un piso doce, y recién cuando lo
habité me di cuenta de lo caluroso que era. Tenía ventiladores de techo y con
eso se podía pasar un poco más el infierno en el que ardía Baires.
La temperatura no bajaba de los
40 grados, la humedad provocaba que las paredes transpiraran y todos estábamos de
muy mal humor, porque era imposible tener un buen descanso nocturno. Solamente
los afortunados que tenían aire acondicionado lucían un poco más frescos sus
rostros.
Una tarde se cortó el suministro
eléctrico. Cuando me asomé por la ventana me impresionó ver que todo el barrio
estaba a oscuras. Pasaron varias horas y la energía no volvió. Nos fuimos a
dormir con un calor desesperante y la luz de las pocas velas que teníamos guardadas. Al otro día el barrio seguía igual, la gente
se notaba cansada. Cuando volvimos a la
tarde después del trabajo la situación era la misma.. Subimos por la escalera y
al llegar nos dimos cuenta de que no teníamos agua corriente para ducharnos ni
cocinar. El freezer y todo lo que
habíamos comprado para el mes estaba descongelado. La angustia empezó a crecer,
pusimos una radio a pilas y ahí escuchamos que se había incendiado una estación
de energía muy importante debido al exceso de consumo de energía, y que no se
sabía cuando lo iban a reparar. Pedían paciencia. Tuvimos que tirar toda la
comida, los negocios vendían las velas a precios super inflados, nadie tenía
nada fresco para beber, ni donde ducharse, porque el agua no llegaba a las
casas. La comida escaseaba porque las heladeras de los supermercados tampoco
funcionaban. Mandaron camiones de gendarmería a repartir botellones, la gente
se peleaba por el agua. La vida seguía y ya no se soportaba la situación. Las
calles estaban llenas de basura, de gente que no quería volver a sus casas.
Prendían neumáticos en las esquinas para reclamar. Nadie nos escuchaba y como
todo, al sexto día de vivir así, la
paciencia se acabó. El caos en las calles fue total.
El fin de semana y ya en estado de desesperación le propuse a mi
marido irnos a la casa de su hermano en la provincia, necesitábamos descansar, ducharnos
dignamente y tomar algo fresco. Nos fuimos un sábado y volvimos el domingo
porque el lunes teníamos que volver a la normalidad de los horarios. Esa noche
mientras dormíamos, volvió la luz. No sé si por el agotamiento, la impotencia
que había sentido, o todo lo que habíamos pasado en esos días, me senté en la
cama y me puse a llorar.
Sindel Avefénix
Muchas veces me paro a pensar en lo supeditados que estamos a las nuevas tecnologías y a lo que sería de nosotros sin agua corriente, sin electricidad, sin teléfono o sin ordenador!!!, entiendo tu llanto, parece mentira el caos que puede generar una situación así, al leer tu relato, no me preguntes porqué, me ha venido a la cabeza el Ensayo sobre la ceguera del genial Saramago, debe ser que al igual que él, has conseguido transportarme perfectamente a la escena y he pasado calor, sed, desesperación y porque las sirenas no lloramos que si no, habría llorado de alivio al volver la luz, miles de besosssssssssssssss
ResponderEliminarEste fue un caso real, me pasó a mi, nunca me voy a olvidar lo que fue, aquí no pude plasmar todo porque me hubiese extendido demasiado, pero fue desesperante.
EliminarGracias Susurros, un besote.
je!... lamentablemente vivir en Buenos Aires -sobre todo- suele ser un infierno ...tanto en verano como en invierno, el caos estalla por doquier y las paciencias suele estar atadas con alambre (bien a lo argentino!)
ResponderEliminarUn abrazo!
=)
Imaginate que si ya en estado normal es un infierno, con falta de energía es un caos jajaja
EliminarBesitos Moni
Normal, que horror, tantos días sin luz ni agua, no es para menos, y sobre todo con el calor, no me lo quiero ni imaginar.
ResponderEliminarUn abrazo
Fue una experiencia espantosa!!! Hay que vivirla para poder comprenderla.
EliminarUn beso y gracias Carmen!!!
Las lágrimas brotan cuando menos lo esperamos y no es malo, todo lo contrario... tantos días de pasar calor y penurias puede con la fuerza de cualquiera...
ResponderEliminarBesitos.
Si, estaba quebrada, cansada, y la impotencia de no ser escuchados por nadie fue demasiado todo.
EliminarOjalá nunca le toque a nadie padecerlo.
Un besote Tere :)
Que situación tan desesperante, cuando falta la energía electrica nos damos cuenta que dependientes somos de ella, en casa todo es electrico, luego ese caos en el que nos sumerges me espanta.
ResponderEliminarBesos.
Uno no se da cuenta de la dependencia que tenemos a la tecnología hasta que nos falta, y cuando pasa eso, encima con un clima en contra llega la desesperación.
EliminarBesitos San :)
Sentarse al borde de la cama a llorar. Claro, la impotencia, el cansancio, el sentirse burlado, el que a nadie le importe. La desesperación tan real y tan bien contada.
ResponderEliminarEste caos que se vive en verano con la luz y en invierno con el gas.
Un abrazo.
Si, por ahora acá con el gas no hay tantos problemas, pero en verano los cortes de luz son cosa de todos los días, aunque no duran tanto como este que padecimos ese año.
EliminarGracias Cecy, besitos.
Qué situación de impotencia y agobio! Es para ponerse a pensar cómo hacían para vivir en épocas remotas??? Ya no estamos para esos menesteres, el aguatero repartiendo agua a domicilio, las velas y los fogones para calentarse, las formas de mantener los alimentos para que no se descompongan... y naaadaaaa de internet!!!
ResponderEliminarVaya! Estamos aclimatados a tanta comodidad que imaginarse una situación como la que relatas, es realmente para sentarse a llorar. Muy buen relato Sindel, me desesperé a la par!
Besitos: Gaby*
Lo que pasa es que antes dentro de todo la gente vivía en casas en bajas, tenía otros horarios y las mujeres no trabajan se ocupaban de la casa así organizaban mejor sus horarios y necesidades. Ahora es todo tan diferente que creo que sin todo lo que tenemos sería un caos vivir.
EliminarUn besito Gaby
El año se las trae, 1999, el del fin del mundo, porque sin luz y sin nada, a 40º la mente crea ciencia ficción vivida, nada de ficción. De varias conjugaciones te salió un impecable relato de terror muy real y posible.
ResponderEliminarAyyy, viva la luz que todo lo puede.
Besito refrescado.
Natalia esto es algo que me pasó a mi, no es un relato de ficción, eso es lo peor de todo jajaja
EliminarUn besote
Bueno a mi me pasó este verano pasado, se cortó la luz tipo 2 de la tarde, yo creo que hacía por lo menos 70º! No sabés que hacer ... meterse bajo la ducha y quedarse alli ... creo que me bañé 14 veces. Un horror.
ResponderEliminarEl verano es muy lindo en una playa, en la ciudad es una porquería.
Retrato exacto, casi fotográfico de los veranos por esta parte del mundo.
un beso
Jajaja si Any pero nosotros ni siquiera teníamos agua, imaginate que ni para poder pegarse una ducha o tomar algo. Fue terrible!!!
EliminarUn besazo :)
vaya que trágica historia, yo me muero en verdad uuuff!!! sin agua y sin luz nooooo !!!
ResponderEliminarY si, llega un momento en que la desesperación es total, pero por suerte después se arreglo, aunque todos los veranos pasa algo con este tema.
EliminarUn beso :)
Qué barbaridad. En Madrid ocurrió algo semejante hace unos años, también ardió una estación. Al menos agua tenían.
ResponderEliminarLo cierto es que estamos en manos de que funcionen esos servicios básicos y carecer de ellos seis días ... ni lo imagino, comprendo tus lágrimas.
Besos.
Gracias Juan Carlos, fue desesperante, sobre todo porque nadie nos daba una respuesta digan.
EliminarUn beso.
No me extraña que lloraras, yo tambien lo habría hecho. Se me hace raro eso de un febrero caluroso... pero me pongo en tu lugar y debio ser terrorífico.
ResponderEliminarUn beso y gracias por participar.
Jajaja es que estamos con el clima cambiado María José, y no imagino un agosto de vacaciones en la playa. Habría que ir viajando segun el clima que nos gusta, sería genial.
EliminarUn besote.
Más claras tu palabras no pueden ser, así somos Marta.
ResponderEliminarUn besote.
Hay situaciones extremas como la que narras en este relato que realmente pone en el límite nuestras emociones. Es difícil no dejarse llevar por la circunstancia, sobre todo, si no consigues realizar lo imprescindible y necesario para vivir.
ResponderEliminarUn saludo
Si son momentos límites, y la falta de una respuesta nos genera emociones que no podemos controlar.
EliminarUn beso
Estamos tan acostumbrados a vivir con una serie de comodidades que cuando estas faltan nos sentimos indefensos e impotentes, nos damos cuenta de nuestras carencias y limitaciones. Las lágrimas son la reacción lógica ante la impotencia que nos aborda.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad Pepe, el hombre es como un animal de costumbre, en todos los sentidos de la vida. Pero estas cosas básicas para vivir con comodidad cuando nos faltan, se torna insoportable.
EliminarUn beso.
Mi querida, justamente hoy ante un suceso de los últimos días, me puse a reflexionar sobre la cantidad de veces que reaccionamos tardíamente. Una suerte de supervivencia nata.
ResponderEliminarSeguramente fue por eso. No dudo que sí.
Si, a veces uno reprime, guarda pero a la larga sale a la luz lo que hay dentro nuestro.
EliminarUn beso Rochies
Desde luego con está situación tan caótica, cualquiera lloraría de impontencia, si encima que estás afixiada literalmente, no puedes ducharte, no tienes luz ni aire acondicionado...es como una pesadilla para no olvidar. Mucho calor tiene tu relato y mucho agobio.
ResponderEliminarBESOS.
Gracias Ana!!! Fue un momento que nunca voy a olvidar, porque uno cae en la desesperación, parece una pavada pero hasta que pasa no nos damos cuenta de lo que es.
EliminarBesitos
Sí... Karina, recuerdo el episodio tremendo que les tocó vivir. No fue para menos tu reacción.
ResponderEliminarMuy bien detallado el insuceso, seguramente tu crónica es de una calidad literaria muy superior a la que conocí a través de los noticieros y quizá podría sensibilidad a más de uno, para que tome las medidas precautorias del caso, estas cosas no deberían suceder...
Besos y abrazos mil
Lo peor es que en cualquier momento vuelve a pasar Cass, cada verano empeora el tema de la luz. Ojalá no se vuelva a repetir amiga porque es insoportable pasar por eso.
EliminarBesitos y gracias!!!
Lo cierto es que dependemos de la electricidad al 100% y el día que falla, nos quedamos en la estacada. El calor es pecata minuta comparado con la falta de aseo, alimentos, etc.
ResponderEliminarBuen relato y muy real (por desgracia).
Saludos!
Gracias Mar, es una historia real, pasó acá en el año 1999, y fue terrible.
EliminarUn besote.
Mientras iba leyendo me ponía de mala leche por momentos: ese calor al que te refieres, no lo soporto; esa sensación de asfixia, ese aire que parece licuado y, sobre todo, esas noches que pasas a duermevela, dudando, sin poder conciliar bien el sueño y despertando más cansado que cuando te vas a dormir. Ufffffff...
ResponderEliminarLuego lo aderezas con ese caos que nos recuerda lo mucho que dependemos de algunas cosas que damos por sentadas, por obvias: pero salta una chispa, se funde una subestación eléctrica y a las cavernas.
Muy bien llevado tu relato, se mantiene la tensión hasta el final.
Un beso
Gracias!!! Me encanta que te haya mantenido interesado hasta el final. Es una historia que pasó realmente, y te aseguro que es espantoso pasar por esto.
EliminarUn beso.
Hola Sindel! ¡què desesperante! y que impotencia darse cuanta de cuanto dependemos de los servicios que nos proveen y que damos por descontados hasta que pasa algo como lo que describis. La vida en las ciudades nos ha llevado a eso, ya es muy tarde para aprender a vivir de otra manera. Muy bien plasmada la desesperación y la angustia, tu relato lo trasmite en forma gradual, como crece la bronca.
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo
Hola Ceci!!!
ResponderEliminarLos primeros días uno dice "ya pasará" pero cuando ves que empeora ya entras en una desesperación que no te puedo explicar.
Un besote enorme!!!