El accidente
El ruido infernal que taladraba sobre su cabeza le hizo abrir
los ojos de golpe.
Estaba bastante oscuro pero llegó a distinguir que arriba
suyo casi pegada a su frente había una pared curva, aparentemente metálica. Miró hacia los
costados de reojo y vio que también la rodeaban unas paredes similares. La
cabeza le pesaba una tonelada y algo la sujetaba a un piso mullido donde estaba
acostada. No tenía espacio para mover ni un músculo. Estaba desorientada y
confundida.
De inmediato lo comprendió todo. Estaba dentro de un cajón funerario
y la estaban enterrando viva. Esos golpes que escuchaba eran el producto de las
paladas de tierra que le estaban echando encima y que chocaban sobre el cajón. No
podía ser otra cosa.
Su mente aturdida le trajo el recuerdo del accidente, el
golpe del camión contra su coche, el gusto metálico en la boca, el dolor agudo
en todo el cuerpo y la pérdida de conciencia. Después la nada.
Pero estaba viva. ¡Por todos los dioses, tenía que salir de
ahí! Empezó a removerse como pudo en ese tubo que la contenía, arañó las paredes
de los costados hasta que le sangraron las manos y sus uñas se volvieron carne.
Estiró el cuello tratando de zafarse y el crujido de las vertebras cervicales
le provocó una punzada intensa.
Gritó… Gritó tan fuerte como pudo. Sus pulmones exigían más aire
del que tenía para respirar, sus latidos estaban fuera de control, y antes de
sentir que su corazón explotaba, alcanzó a tocar con su mano derecha una
perilla que pendía de una goma.
Cuando la sacaron, al recibir la señal de alerta, no podían
creer lo que había pasado.
En la clínica no habían tenido en cuenta la posibilidad de que esa
pobre mujer pudiera despertarse de su coma justo en el momento en que le
estaban haciendo una resonancia magnética en tubo cerrado para determinar si
había lesiones cerebrales luego del accidente.
Sindel Avefénix
Más relatos de Halloblogween en lo de: Teresa