El accidente
El ruido infernal que taladraba sobre su cabeza le hizo abrir
los ojos de golpe.
Estaba bastante oscuro pero llegó a distinguir que arriba
suyo casi pegada a su frente había una pared curva, aparentemente metálica. Miró hacia los
costados de reojo y vio que también la rodeaban unas paredes similares. La
cabeza le pesaba una tonelada y algo la sujetaba a un piso mullido donde estaba
acostada. No tenía espacio para mover ni un músculo. Estaba desorientada y
confundida.
De inmediato lo comprendió todo. Estaba dentro de un cajón funerario
y la estaban enterrando viva. Esos golpes que escuchaba eran el producto de las
paladas de tierra que le estaban echando encima y que chocaban sobre el cajón. No
podía ser otra cosa.
Su mente aturdida le trajo el recuerdo del accidente, el
golpe del camión contra su coche, el gusto metálico en la boca, el dolor agudo
en todo el cuerpo y la pérdida de conciencia. Después la nada.
Pero estaba viva. ¡Por todos los dioses, tenía que salir de
ahí! Empezó a removerse como pudo en ese tubo que la contenía, arañó las paredes
de los costados hasta que le sangraron las manos y sus uñas se volvieron carne.
Estiró el cuello tratando de zafarse y el crujido de las vertebras cervicales
le provocó una punzada intensa.
Gritó… Gritó tan fuerte como pudo. Sus pulmones exigían más aire
del que tenía para respirar, sus latidos estaban fuera de control, y antes de
sentir que su corazón explotaba, alcanzó a tocar con su mano derecha una
perilla que pendía de una goma.
Cuando la sacaron, al recibir la señal de alerta, no podían
creer lo que había pasado.
En la clínica no habían tenido en cuenta la posibilidad de que esa
pobre mujer pudiera despertarse de su coma justo en el momento en que le
estaban haciendo una resonancia magnética en tubo cerrado para determinar si
había lesiones cerebrales luego del accidente.
Sindel Avefénix
Más relatos de Halloblogween en lo de: Teresa
Que pesadilla pobre mujer. Que sensación de ahogo tan profundo debe ser despertar en tu propio cajón de muerte. Para ella una desgracias con suerte despertar en medio de la resonancia magnética. Tanto los médicos y yo, nos hemos quedado sorprendido.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Gracias Ceci, la verdad que el ahogo que se siente durante ese estudio es similar a sentirse enterrado vivo, por eso elegí esta comparación.
EliminarUn abrazo.
Uf! Menos mal que no era la tumba, Sindel. Qué bien lo cuentas, me has puesto los pelos de punta. jajaja
ResponderEliminarSaludos!
Jajajaja Gracias Tony!!! De eso se trata de mantener al lector en vilo, y me alegra mucho haberlo logrado contigo.
EliminarUn beso.
Qué angustia! yo ya estaba convencida de que la habían enterrado viva y a mí me aterra esa posibilidad, estaba ya al borde de una crisis de ansiedad jejeje el caso es que la pobre mujer casi muere en la resonancia (tampoco me gusta nada...) el relato sí que me gusta, buenísimo y aterrador!!
ResponderEliminarUn beso enorme :)
A mi también me da mucho temor pensar en eso, y también las resonacias jajaja
EliminarQué bueno que te haya dado ansiedad mi relato, no sabía si iba a funcionar la idea.
Un besote.
jejeje sabés que cuando lei lo de la pared curva se me ocurrió que podía tratarse de una resonancia, pero después me dejé llevar por la desesperación de esa pobre, que ya se imaginaba enterrada viva! jejeje
ResponderEliminarQué espanto!
=)
Un abrazo
Si te hiciste alguna vez alguna sabrás de lo que hablo, es espantosa esa sensación de encierro Moni, creo que genera esas fantasías si uno no tiene un poco de control sobre sí mismo.
EliminarUn beso.
Por momento me recordar a Edgar Allan Poe, con final feliz.
ResponderEliminarPor lo menos, la mujer está viva.
Sí, esta vez no quise ser tan drástica como siempre jajaja
EliminarUn saludo.
La verdad es que la primera impresión de la lectura me ha llevado a la confirmación de que sigo queriendo que me incineren. En caso de error, seguro que el final es más rápido... Tras el desenlace, me parece que has hecho un estupendo ejercicio de llevar al lector por donde has querido. Vamos, que intentaremos controlar el posible pánico dentro de ese tunel metálico, siempre será más llevadero que el anterior. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Alicia, yo también soy de las que quieren ser cremadas, no soporta la idea de estar dentro de un cajón y tapada de tierra, aunque a esa altura no importe nada.
EliminarMe alegra que me hayas leído y comentado, sos bienvenida siempre.
Un abrazo.
serás cabronaza....todo hacía que me fuera hacia la peli aquella de kill bill...a esa escena en la que la protagonista esté enterrada viva...pero no, la sindel, va y me hace una vuelta de tuerca totalmente inesperada y...estupendo relato, inesperado, miedoso relato.
ResponderEliminarmedeio beso.
Jajajaja gracias Gus!!! Te sorprendí? Esa era la idea amigo. Así que me halaga que me digas que lo logré con vos.
EliminarUn besote.
Casi me matas del susto, con lo poco que me gusta lo oscuro y lo cerrado....
ResponderEliminarChica, que claustrofobia!
Besito y café.
Jaja yo también odio esas cosas, lo escribía pensando en la desesperación de la protagonista y así salió.
EliminarGracias por pasar.
Un besote.
Que angustia Sindel, allí metida...Esa sensación cuentan, que es la que se siente en ese tipo de exámenes.
ResponderEliminarBuen principio, mejor final.
Un abrazo
Gracias San, es así sobre todo en resonador de tubo cerrado, es un rato en el que estás completamente aprisionado y sin visión exterior, si no tenés control de vos mismo, es difícil hacerlo, muchas personas se descomponen y tiene que hacerlo en tubo abierto, pero es más costoso, y por eso trata de usarse en casos extremos, al menos en mi país es así. Trabajo en saludo por eso te puedo dar esta info jajaja
EliminarUn besote.
El olvido es uno de los fantasmas que pueblan nuestra mente, y es más aterrador que cualquier fin del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es José, la pérdida de la noción de la realidad, la confusión y el sentimiento atemporal llevan a la desesperación.
EliminarMuchas gracias por pasar y bienvenido.
Un abrazo.
Relato angustioso con un buen final. Un beso
ResponderEliminarGracias Fabián!!! Un beso.
EliminarMuy bueno Sindel, con un toque claustrfóbico pero excelente.
ResponderEliminarUn beso, amiga.
Muchas gracias Tyrma por tus palabras.
EliminarUn besote.
Pobre mujer. ¿Quien no ha soñado alguna vez que la entierran viva? Es espantoso, imagino a esa pobre mujer con esa sensación.
ResponderEliminarIntenso de principio a fin.
Un abrazo
Yo creo que debe ser la peor forma de morir, estar vivo y que sientas que te tomaron por muerto, quedarse sin aire, gritar y no ser escuchado, la verdad demasiado patético para mi gusto.
EliminarGracias por estar Carmen.
Un beso.
Pues justo lo que yo he vivido hace poco (lo de la resonancia magnética, claro).
ResponderEliminarEl miedo a ser enterrados vivos es inherente a la condición humana, todos lo hemos pensado en alguna ocasión con la consiguiente angustia, que tú transmites muy bien en tu relato.
Menos mal que mientras duró la resonancia yo no abrí los ojos, si me veo ese techo curvo a dos centímetros de mi cara sí que me muero, pero de verdad.
Un saludo.
Yo también me hice una este año en tubo cerrado, y te cuento que tuve que concentrarme mucho para no pegar un alarido para que me saquen jajaja
EliminarGracias por leerme y por tu comentario.
Un besote.
excelente, mi querida. Así me he sentido en el resonador. Solo a eso le temo de la muerte. A la no pérdida de la conciencia...
ResponderEliminarCreo que todos nos sentimos con miedo ante eso, y con respecto al resonador, es espantoso la verdad.
EliminarUn besote.
Ufff, vaya relato que te has sacado de la manga, Sindel. Nos has llevado por el camino del terror y nosotros lo hemos recorrido de tu mano como mansos corderitos, muertos de un miedo angustioso. Resultó ser una simple resonancia magnética. La verdad es que el aparatito de marras tiene todos los ingredientes claustrofóbicos necesarios para provocar ansiedad y angustia a poco que se sea algo aprensivo.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Muchas gracias Pepe!!! qué bueno que hayas sentido todo eso leyendo mi relato, no puedo pedir más!!!
EliminarUn abrazo enorme.
Mira que yo me he hecho ya varias resonancias y me he visto metida en ese tubo, pero me he dejado llevar por tus palabras y he sentido el pánico de estar enterrada viva, me ha dado escalofrío al pensar en las uñas arrancadas.
ResponderEliminarMuy bien el suspense y el final tranquilizador y con sorpresa.
Un beso.
Si yo también pasé por eso Leonor, y a mí me dio un poco de ganas de salir corriendo de allí. Se me hizo parecido a sentir que estaba en un cajón, por eso escribí este relato.
EliminarGracias por tu comentario, y por pasar.
Beso enorme.
He tenido esta pesadilla más de una vez y acabo empapada en sudor. Sufro de claustrofobia, y eso también influirá.
ResponderEliminarUn besote
Claro que sí, yo no lo soy pero creo que cualquiera bajo esa situación de entierro vivo se pondría así.
EliminarUn abrazo amiga :)
Ay, ¡qué horror!
ResponderEliminarPero como relato de terror, muy bueno, das una vuelta de tuerca al mito del entierro en vida, adaptándolo a las técnicas actuales.
Me aterró, Sindel. Muchos besos.
Jajaja gracias Juan Carlos!!! Me gusta haberte generado esa sensación con mi relato, cumplí mi cometido entonces.
EliminarUn beso enorme :)
Genial Sindel, que angustia de relato (eso es positivo, jeje), y que giro tan bueno. Me imaginaba a la pobre mujer enterrada viva y resulta que salía de un coma. No voy a negar que cuando me he hecho alguna, y ya llevo unas cuantas, siempre piensas en esa posibilidad de quedarte ahí sin poder salir. Algo de claustrofóbia da.
ResponderEliminarEnhorabuena por el relato, buenísimo.
Un abrazo
Muchas gracias José, yo también me hice una este año y la verdad por momentos es bastante pesado estar ahí dentro.
EliminarPor eso quise compararlo con esa otra sensación de sentirse atrapado sin saber que hacer.
Un abrazo.
Jesús, que agobio! Despues del sofocón que se llevó la pobre mujer, tuvo la fortuna de que solo era el chisme de hacer resonancias magnéticas y no un ataud! Da grima solo pensarlo.
ResponderEliminarBss.
Si, en este caso la historia fue solamente un buen susto que jamás olvidará. Un abrazo y gracias por pasar Mar.
EliminarHace unos años me hicieron una resonancia y de verdad que es agobiente, sin poder moverte, se te hace el tiempo eterno, pero al menos de ahi sales, jejeje, de tu propio ataud, como que no, tiene que ser terrorífico, nada mas que pensarlo me quedo sin aire, ufff
ResponderEliminarMuy bueno, Sindel
Un abrazo
Lola
Gracias Lola, bueno todos los que pasamos por ese tipo de estudios sabemos lo que se siente, es casi como un entierro, desesperante amiga.
EliminarUn besote.
Lo comparto por twitter... Me encanta el relato.... Un giro inesperado al final. Un beso y buen fin de semana!
ResponderEliminarGracias Gastón!!! Es un honor que lo compartas. Buen finde para vos!!! besote :)
EliminarHola, Sindel, venía a darte la enhorabuena por haber sido una de las ganadoras en el reto de MOS, muchas felicidades.
ResponderEliminarMe quedo descubriendo tu blog.
Un beso.
Gracias María!!! Sos bienvenida y por supuesto ahora paso por el tuyo a visitarte.
EliminarUn abrazo enorme.
Un relato angustioso y con final inesperado. Sí que fue mala suerte que se despertara del coma en ese momento.
ResponderEliminarGracias por participar ¡
Gracias a vos Teresa por esta idea genial que inspira mucho.
EliminarUn besote.
Gracias Mari Carmen!!! Un besote.
ResponderEliminarEso de enterrarte viva siendo cataléptica es uno de los recursos más horrendos de lo terrorífico, pero noooo, amiga, tú le das la vuelta a esa tortilla ataúd y terminas por ponerme pelitos cual escarpias, uf, por la perilla que se salva.
ResponderEliminarGenial, original, sin aliento me has dejado, Sindel.
Disculpas por el retraso, tarde llegué, besitos muchos.
Jajaja gracias Natalia, tus comentarios son geniales, me divierten además de tratarme tan bien.
EliminarUn beso enorme.